Opinión
Los timples y la feria de Pinolere

XXXVIII Feria de Artesanía de Canarias Pinolere / XXXVIII Feria de Artesanía de Canarias Pinolere
Primero conocí los timples y luego la Feria de Pinolere. Los timples cuando mi abuelo Eustaquio García era titular de una agencia-ferretería al principio de la calle Calvario de La Orotava, frente al bar Parada y vendía instrumentos musicales como timples y guitarras elaborados por artistas locales como los artesanos del mundo rural. Pinolere cuando siendo joven le acompañaba en las subidas veraniegas a las pequeñas fincas que poseía en las cabezadas agrícolas del municipio orotavense, entre Florida Alta y Aguamansa, para las vendimias o las cogidas de papas. Corrían los años finales de la década de 1950.
Pinolere formó por tanto parte de mi adolescencia familiar, al igual que Aguamansa, y siempre me llamó la atención por las galerías que abrían las comunidades de agua y por los árboles que crecían en su territorio, particularmente los castaños, un verdadero piso de vegetación en la cliserie del valle de La Orotava que habían aportado los conquistadores peninsulares a la isla de Tenerife. Entonces no era fácil llegar a estas fincas. Algunas de ellas estaban ubicadas junto a los barrancos como fue la que heredó mi hermano Dardi con pajar y trabajó don Juan el cestero, que fue miembro de la Asociación Cultural de Pinolere que hoy preside el amigo Leoncio Luis y gerencia otro amigo, Jesús García. El paraje de Pinolere forma parte de los espacios naturales protegidos, con una superficie de 181 Has. en la ladera del naciente del municipio de La Orotava y desde el año 1994 fue declarado como Reserva Natural Integral (T-4). Cuenta desde hace unos 40 años con un Parque Etnográfico y un Museo. Recuerdo la labor etnográfica de personajes singulares del barrio, tanto hombres como mujeres, y la singularidad de los trabajos artesanales que desde entonces ofrecían algunos de sus ciudadanos y vecinos afamados. Gumersindo Sánchez está en el recuerdo a la hora de construir timples y Francisco Fariña a la hora de ofrecer un auténtico museo artístico de timples a la entrada de Pinolere junto a la carretera que llega de la general TF-21 que sube desde la Villa camino del Parque Nacional del Teide.
Corría el año de 1985 cuando conocí el comienzo de la Feria de Pinolere y con ella compartí actuaciones singulares previas donde fueron significativas infraestructuras como el acceso al barrio, el agua, la luz y la escuela después del comienzo de la Transición política en la Villa en 1979. Comenzó siendo alcalde mi hermano Francisco, le sucedió en 1983 el compañero Isaac Valencia, ya jubilado, hasta que llegó en 2013 el alcalde Francisco Linares. Mi apoyo cultural a la Asociación me sirvió para recibir de la misma el reconocimiento como Cho Feriante de Honor en 2017 en la modalidad individual. Ello me obliga a participar alegremente cada año en la Feria de Artesanía de Pinolere, incluido el actual, aunque un incendio forestal en las cumbres de la isla en la segunda quincena del mes de agosto casi me lo impide ya que hubo que aplazarse la fecha de la misma. De los primeros días del mes de septiembre hubo que pasarla a los primeros días del mes de octubre, viernes 6, sábado 7 y domingo 8. Ello sirvió para que timplistas como el profesor de música Pedro Izquierdo pudiese colaborar con la Asociación Cultural de Pinolere en homenajear a timpleros como Francisco Fariña Izquierdo, Premio Artesanía y Patrimonio de la Villa. Nos hizo recordar al ayuntamiento Villero por cederle un timple, el sonido de Canarias en palabras de Benito Cabrera, al doctor Pedro Eustaquio Pérez, maestro de timplistas, junto con el grupo de Amigos de Chicho, en la fecha anual de su fallecimiento, finales de marzo.
En verdad Pinolere aglutina la música popular y el arte de los timples. Por ello debemos mantener cada año la labor de los artesanos de manera significativa. De ello se encarga su gerente Jesús García y el equipo que le acompaña. Curiosamente a Pinolere lo incluí en un artículo reciente sobre la ciudad en el campo, la Rus in Urbe, donde no faltaron mis referencias a la isla hawaiana de Maui ni mis comentarios sobre la retirada de mi hermano Nany desde el corazón de la Villa hasta la finca de Mamio en Aguamansa, junto al camino de Los Cominos por encima de Pinolere donde abundan los castaños y los oréganos, las papas y las manzanas. Días más tarde, en pleno verano, pude comprobar en la prensa las noticias sobre inundaciones e incendios forestales en Maui (Hawai), Grecia, Canadá y Tenerife (Canarias); sobre una Dana en España, sobre algunos seísmos en Canarias y unos tremendos terremotos en Marruecos y Libia con inusuales devastaciones en algunas de sus ciudades, con miles de muertos y heridos.
Todo ello me vino a recordar ese nuevo orden internacional que conocimos al comienzo del siglo XXI cuando tuvo lugar el atentado terrorista de las Torres de Nueva York en septiembre de 2001, hace más de 20 años, unido al aumento de las catástrofes naturales y de las migraciones africanas hacia Europa. No obstante, La Orotava quiso superar esa crisis que afectó su Feria Artesanal de Pinolere y por ello pienso que el Ayuntamiento mantuvo firme: Las mil historias en un cesto, con los timples de protagonistas.
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