Los vascos Ander Gil y Patxi López, expresidentes, pese a sus esmirriados bagajes, del Senado y Congreso, no saben vascuence. Tampoco parece que lo conozca todo el grupo vasco, ni Oscar Matute de Bildu. Del PSOE, tal vez un guipuzcoano lo sepa. Pues bien, necesitarán pinganillos. Si los propios representantes de la etnia relegada no pueden ser objeto de relegamiento (solo hablan español), que será del pueblo al que representan que lo habla el 21%, (los jóvenes lo conocen pero no lo hablan, en caída libre según gobierno vasco, estadísticas). En Cataluña el talibán nacionalista no puede ahogar el uso del español en los recreos y vida social y no se resigna a su decaimiento.
El cambio de opinión cambiante sobre la amnistía y referéndum catalán que eran rechazados con énfasis por el PSOE un mes atrás, obedece a una razón de estado (mental): los votos que necesita Sánchez para su investidura. Debemos estar atentos de la evolución semántica con que se designa al doctor Sánchez, que de psíquica (psicópata, narcisista, egotista) está pasando al autoritarismo, tomando cuerpo lo de autócrata, déspota, cesarista, bonapartista. Sin que prive de basamento a la diagnosis psíquica, que sería lo determinante.
Hay que ser rigurosos, si hay unanimidad en considerar que el fin exclusivo de Sánchez es la conservación del poder al precio que literalmente sea, habrá que argumentarlo y tomar el conjunto de su acción política subsidiario de ese fin. Como todo el mundo reconoce. El sacro objetivo de la permanencia, conservación y fantasías de pasar a la historia es ese fin, que se agota en sí mismo, carece de un cualquier proyecto histórico que sí lo tuvieron Felipe y Guerra: “que a España no le reconociera ni la madre que le parió”, fuera planes de enseñanza, sanidad, reformas estratégicas, democratización del partido caudillista. En Sánchez no hay otra cosa que ambición de poder, por eso solo son prevalentes las explicaciones psíquicas, muy insuficientes las políticas dominadas por un enjambre de estupideces, engaños y mentiras. Mientras Europa ha de estudiar la súbita y babélica inflación de lenguas, tomando tiempo, análisis y debate, el gobierno español mintiendo, improvisando siempre, dice que tendrían prioridad los falsos 10 millones de hablantes del catalán, para humillación de los demás. Más frentes abiertos. Todos contra todos, ya antes de la consagración oficial del caos. La única transversalidad lograda por Sánchez, es la de hostilidad y desprecio hacia él, a fuer de ahondar en la discordia y enfrentamiento desdeña todas las imprevisibles e inquietantes consecuencias que ya se están derivando de su desvarío. ¿Habría que descartar límite de la desestabilización: y en Europa?