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Jorge Bethencourt

El recorte

Jorge Bethencourt

Ojo con la vaca

Turistas pasan por delante de un edificio derruido en Marrakech dos días después del terremoto. Martina Andrés

En la isla en la que yo crecí los pibes nos íbamos a la mar a coger almejas o pulpos sin pedirle licencia a un concejal totufo. Y subíamos al Teide de excursión sin presentar cuatro instancias, una memoria y hacer una declaración jurada de que no íbamos a llevarnos un tonique de recuerdo, que pa’qué. Es verdad que éramos menos y ahora somos demasiados. Pero a nadie le ha importado nunca que el crecimiento poblacional hiciera saltar la tapa del caldero.

Ahora, los poderes públicos quieren cobrar por visitar los espacios naturales. Según dicen, hay que impedir el daño en el medio ambiente que están causando las visitas masivas en el Teide. En realidad no es así. El daño solo se evitaría limitando las visitas. Cobrar por entrar solo es una manera de recaudar dinero que, si eso, se puede dedicar al mantenimiento, la limpieza y la mejora del espacio natural. Que no es poco.

Lo incoherente es que si uno echa la mirada a esa naturaleza en riesgo, los primeros que han metido la cuchara y han montado un estropicio son los mismos que ahora quieren cobrarnos. Fueron las administraciones las que construyeron el Parador Nacional en medio de la gran llanura a las faldas del gran volcán. Las que han permitido edificios para observaciones astrofísicas y chalés para residencias astrológicas. Y bares y restaurantes para ordeñar el turismo. Y un glorioso teleférico para subir al pico Teide cómodamente sentado, en vez de pegarte una pateada de cuatro o cinco horas. Los mismos que han alterado el paisaje con estas construcciones son los que ahora se llevan las manos a la cabeza por tanta visita. No me tiznes, le dijo la sartén al cazo.

El problema de Canarias es que viven en ella más de dos millones y medio de personas, de las que unas trescientas mil son población turística. Gente que viene, paga y quiere conocer el lugar en el que están de vacaciones. Ahora les quieren cobrar por el combustible de los aviones, por cada noche que duerman en las islas y por visitar nuestras bellezas naturales. Hay otros sitios donde ya se cobra. Y otros donde no. Allá nuestras cabecitas pensantes con lo que hacen con las cosas de comer. Me permito recordarles, a modo de aviso, que ahí al lado está Marruecos, que está empezando su desarrollo turístico.

Los que quieren salvar nuestro medio ambiente del destrozo dicen que no les van a cobrar a los residentes canarios. Eso siempre pasa al principio. Al final terminaremos pasando por caja, tal vez con un descuento por saber decir “chapusón” y “ñosss mano”. Pero el problema no somos nosotros, es la vaca. Esa a la que quieren ordeñar con nuevos impuestos ecológicos y con nuevas tasas. Porque si se nos va la mano nos vamos a quedar sin leche. Además del sol hay infinitas estrellas en el firmamento. Y más destinos en el mundo que unas Islas que no saben dónde poner el huevo.

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