Opinión

Nayra Bajo de Vera

Vacaciones sin descanso

Los expertos recomiendan planificar las vacaciones de forma realista, sin exigencias.

Los expertos recomiendan planificar las vacaciones de forma realista, sin exigencias.

Septiembre, el auténtico enero. Deberías estar al día con tus tareas de verano para empezar con buen pie. Ya sabes, esa lista que te autoimpones al principio de las vacaciones para aprovechar el tiempo de descanso. Leer montones de libros, escribir todos los días, reventarte en el gimnasio, comer sano, ir mucho a la playa, hacer muchas caminatas, adelantar trabajo, aprender un idioma, quedar con toda tu agenda de contactos, organizar el mejor viaje.

Pusiste mil ollas al fuego. Prometiste que sí, este verano sí que sí. Luego, la pereza. Lo único que te apetece es descansar. Pospones la alarma de veinte minutitos para la siesta, marcada por una versión anterior y más motivada de ti, pensando que esta tarde sí que sí la ibas a aprovechar. Vuelve a sonar y la apagas. Al final te mandas toda la tarde durmiendo. Despiertas sudando como un cochino y con la boca pastosa. Mañana sí que sí.

Día siguiente. Esta vez no te echas la siesta, pero pasas un par de horas embebida en el móvil, otro par viendo algún programa de sobremesa que ya has visto y otro par buscando musarañas en el gotelé del techo, pensando en la cantidad de cosas que podrías estar haciendo si decidieras levantarte. Cae la noche. Se pasó el día entero. Demasiado tarde para empezar nada. Mañana. Mañana sí que sí.

Ese milagroso mañana no termina de llegar nunca. Si eso, algunos momentos de inspiración en los que te apetece hacer un par de cosillas, pero no las suficientes como para justificarte ante tu lista de tareas sin tachar.

Y así todos los días. Descansas, en teoría, porque te pasas la vida entre la cama y el sofá, pero tampoco descansas del todo porque el runrún de tu cabeza te recuerda que no estás aprovechando el tiempo. No estás produciendo nada. Ni trabajo, ni conocimiento, ni experiencias. Culpable de vagancia.

Te acuestas, pero tu cuerpo está en tensión. En cualquier momento vas a levantarte. En cualquier momento vas a empezar a tachar cosas de la lista, que cada día se hace más larga porque Pinterest no para de darte ideas nuevas. Te asomas a la vida de otras personas en redes sociales y ves lo mucho que (aparentemente) aprovechan el tiempo que tú gastas scrolleando en el móvil. El aparato agarra tus ojos y no los suelta. Tiene un imán para los pulgares. Lo dejas apartado pero tu mano tarda solo un par de segundos en volver a buscarlo, desesperada por entretenimiento corto, automático y que robe toda tu atención para bloquear la culpabilidad que sientes por no tener ganas de hacer nada.

Llega otro lunes veraniego. Lees el informe semanal de uso del móvil. Un 43% más que la semana pasada. Pero bueno, al menos es lunes. Nuevo comienzo. Hoy sí que sí. Hoy sí que aprovechas.

Hoy sí.

Hoy sí.

Y ya es septiembre. Tienes cero ganas de volver a la rutina. Te ha faltado el tiempo. Y si ya has vuelto, estás deseando irte de nuevo. ¿Cuándo decías que cae el próximo puente?

La lista de tareas queda incompleta, apenas un par de checks, bajo la promesa frustrada de que el próximo verano, sí que sí, serás más productiva que nunca. Pero ningún verano será suficiente. Si la vida gira en torno al trabajo, incluso en su ausencia. Si el valor que nos damos depende de nuestro nivel de productividad. Si el descanso se basa en objetivos que cumplir. Si la meta es llegar a ser perfecta. Hacerlo todo. Saber de todo. Bloquear las emociones humanas para ser la mejor máquina. Limarte hasta que ya no quede nada.

Llevo años repitiendo que estoy cansada. Qué cosa más curiosa que también lleve años escuchando a la gente de mi entorno decir que está cansada. Debe ser que este ritmo de vida es un bichito que anida en nuestras cabezas, discreto, y nos está comiendo las neuronas con boca chica, a paso lento.

Te preguntan si descansaste en vacaciones. Respondes que sí, pero no lo sientes. Quizá confundes descansar con dejar tu cuerpo quieto, en tensión, con el bichito comiendo.

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