Quioscos de prensa: y una petición al alcalde

Seguramente que la progresiva desaparición o cierre de muchos quioscos de prensa en Santa Cruz tendrá que ver con la continuada baja en los márgenes de beneficios de los productos que ofrecen en este tipo de comercios y al control al que deben de estar sometidos sobre qué se les permite ofrecer y qué no. O que su relevo generacional prefiere andar por otros senderos.

Mi primer quiosco de prensa, al que solía acudir por cercanía con el trabajo, estaba instalado en la Alameda del Duque de Santa Elena regentado por dos hermanos con una amplísima cultura que les permitía aconsejar, hablar, parlamentar y hasta discutir con sus clientes, aunque siempre dentro de unos márgenes del buen humor que se nutre de inteligencia: «como tanto te gustan los libros tostones, llévate éste, lo gozarás…»; «leyendo revistas de cocina no aprenderás a cocinar. A cocinar se aprende ¡cocinando!»…

Cuando cerraron por motivos familiares, continué yendo a otro en la misma plaza, a cuyo frente estaba un similar arquetipo de lo que debería ser cualquier gremio de atención al público y éste, además, volcado solidariamente con la labor del voluntariado en hospitales para la que nos donaba cuadernillos de entretenimiento hasta su jubilación, cierre del quiosco y posterior eliminación de la armazón por parte del ayuntamiento.

Los he recordado porque durante este mes de agosto de descanso de mi, desde entonces, quiosquero habitual, acudo a uno situado en la zona final de la Rambla de Santa Cruz. El señor que lo atiende, con una capacidad de trabajo envidiable (cierra un solo día al año, el 15 de agosto, lo que me hace intuir cierto concreto apego religioso frecuente en esta Isla y representativo de gente sencilla y buena) no ha tenido problema en acogerme y si me retraso, guardarme la prensa que sabe llevo.

Yo lo he observado con la curiosidad que siento por el cambio que estamos experimentando en nuestra sociedad: desconfianza generalizada, amplias dosis de mal humor que centrifugamos en todas direcciones, mucha impaciencia por «lo mío» versus una enorme pereza por «lo del otro». Él parece carecer de todas esas distorsionadas quejas nuestras y parece feliz por que «las chicas» ganasen el Mundial de fútbol en la misma medida que lo está por que haga sol o por que lloviese (si fuese el caso) ¡Un optimista en este mundo postcovid de tan poco agradecer!

De modo que me gustaría lanzarle una petición a nuestro alcalde, tan proclive él a escuchar a los vecinos en sus múltiples y variados lamentos: dado que las obras que se llevan a cabo en esta zona de Santa Cruz se están prorrogando de una forma solamente achacable a las olas de calor que padecemos y cuyas consecuencias este quiosco veo que soporta desde hace muchísimos meses, ¿habría la posibilidad de condonar el correspondiente pago de cualquier tipo de impuesto anual municipal? Y que conste que lo digo únicamente por decencia a compartir, entre usted y una usuaria de quioscos de prensa...

Suscríbete para seguir leyendo