Opinión | El lápiz de la luna
Elizabeth López Caballero
Cuidado, amiga, eso también es violencia de género
En Canarias hay, bajo seguimiento policial, más de cinco mil casos activos de violencia de género y más de seiscientos menores en riesgo de que la violencia que el maltratador ejerce sobre la mujer se extienda hacia ellos

Cuidado, amiga, eso también es violencia de género / EFE
Este artículo nace tras una serie de conversaciones que coincidieron a lo largo de una semana con diferentes mujeres. No fueron conversaciones buscadas ni preparadas, surgieron en el seno de un momento de intimidad, arropado por el aroma del café y el ronroneo de las olas del mar cuando mueren a la orilla de la playa de Las Canteras. En el grito de auxilio de una conversación de whatsapp en el que alguien busca consuelo y respuesta a sus dudas y en una llamada larga con silencios provocados por el llanto. Antes de ir al meollo de la cuestión me gustaría dejar claro que tengo permiso de todas y cada una de las protagonistas para contar lo que voy a contar. Hace unos días, mi amiga S. y yo disfrutábamos de un día de playa. Cada una estaba a su libro y de vez en cuando rompíamos el silencio para compartir alguna reflexión, hasta que mi amiga, de repente, dijo «El otro día le comenté a J. que quería volver a estudiar y me contestó que ya estaba grandita para estar volviendo a estudiar y que me dejara de niñatadas». No sabía que había una edad en la que aprender cosas nuevas o reinventarse era un comportamiento pueril. Siempre he admirado la capacidad del ser humano de crear nuevas redes neuronales gracias a la neuroplasticidad cerebral para adquirir conocimientos en cualquier etapa vital. Hablamos largo y tendido sobre ello. A los pocos días, me escribió por mensajería mi amiga B.: «¿Te puedes creer que bajé a la piscina con una pulsera y unos pendientes y me dijo que me los quitara porque con las joyas y las gafas de sol llamaba mucho la atención?». También me confesó que él, con tono medio en serio y medio en broma, le había recriminado el tamaño de su bikini. Mi abuela diría ante esto «Entre broma y broma, la verdad asoma». Cuando creía que lo había escuchado todo recibo una llamada de otra amiga llorando desconsoladamente porque su pareja le había pedido que dejara el trabajo para dedicarse en exclusiva al cuidado de su hijo; negarse a renunciar a su independencia supondría el fin de su relación. Yo no sé ustedes, pero en estas historias hay mucho de amenaza, de chantaje, de exigencia, de control de la imagen, de moralización y, sobre todo, de violencia. Sí, ya sé, ya sé, habrá quien diga ¡Qué exagerada! Mira no, estamos acostumbrados como sociedad a que si no te cruzan la cara no es violencia de género. Sí, de género, ni doméstica ni intrafamiliar (que ya he explicado que es un concepto que no existe legalmente) sino de género. Ningún maltratador se delata con un bofetón, eso viene más tarde. Llega cuando psicológicamente te han despojado de toda tu esencia. Cuando te han dejado tan vacía que no te reconoces. Pero, claro, el maltrato psicológico no se ve y lo que no se ve no existe y lo que no existe y cuentas es porque te lo estás inventando. Entonces, eres una mentirosa y él una víctima. La mujer no es propiedad del hombre. No es absolutamente nada del hombre. Su mujer, su novia, su compañera… la mujer es sin necesidad del posesivo. La mujer es y punto. Estoy muy preocupada por este aumento de maltrato que no se da solo en un estatus social, sino en todos, desde el que trapichea en la esquina de alguna calle del Puerto hasta un importante empresario de la isla, porque la condición de maltratador no va en la clase, sino en la personalidad. En Canarias hay, bajo seguimiento policial, más de cinco mil casos activos de violencia de género y más de seiscientos menores en riesgo de que la violencia que el maltratador ejerce sobre la mujer se extienda hacia ellos. Tenemos que enseñar a las mujeres y a las niñas a detectar esos grandes detalles que indican que la relación no es igualitaria, sino que hay uno que ejerce la violencia y el otro la recibe. También hay que enseñar a los hombres y a los niños a querer bien. Quien te quiere te anima a evolucionar, a crecer, a prosperar. Te quiere sabia, libre y feliz. Quien te quiere bien desea que seas vista como ser humano. Amigas, cuidado, porque eso no es la antesala de la violencia de género, eso ya lo estás viviendo, es solo la antesala al primer golpe.
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