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Donde Vox es decisivo

El líder de Vox, Santiago Abascal (i) y el portavoz nacional del partido en el Congreso, Iván Espinosa de los Monteros

El líder de Vox, Santiago Abascal (i) y el portavoz nacional del partido en el Congreso, Iván Espinosa de los Monteros / Ricardo Rubio - Europa Press

Sorprendentemente el susto por la entrada de Vox en las instituciones representivas en las pasadas elecciones autonómicas y locales se ha acompañado de un suspiro de alivio: no van a ser decisivos en ningún lado. Es admirable la rapidez con la que nos deshacemos de los problemas e inquietudes complejas. Se me antoja conveniente señalar que Vox ha encontrado un campo más despejado gracias al alto nivel de abstención: en las autonómicas incluso creció ligeramente y se situó en un 42,80% de los ciudadanos con derecho a voto y en las municipales se ha llegado a niveles realmente asombrosos sobre los que nadie ha abierto el pico. En Las Palmas de Gran Canaria se abstuvieron más del 45% de los votantes, el 46% en Puerto del Rosario, el 46,09% en Telde, el 49,46% en Santa Lucía de Tirajana. En Santa Cruz de Tenerife más de 41% de los electores se quedaron en casa. Pero lo que es más inmediatamente preocupante: hay un lugar donde Vox sí es decisivo. Uno de los principales municipios turísticos de Tenerife: Granadilla de Abona.

En el sur de Tenerife Vox ha pegado un salto cuantitativo. Y lo ha hecho, precisamente, gracias al terrorífico abstencionismo que se ha registrado. En Arona –donde un alcalde narcisista y agorafóbico y miles de navajeras querellas intestinas acabaron con el gobierno socialista– se abstuvieron nada menos que el 61,21% de los votantes: una desafección brutal que indica una desilusión democrática insuperable. Esta huida del votante consiguió que sacar un concejal fuera facilísimo. A Vox le bastó conseguir 1.788 votos para conseguir dos. En Adeje, donde José Miguel Rodríguez Fraga gobierna desde el Big Bang, el 58,4% de los potenciales votantes rechazó perder el tiempo, con lo que con 713 votos Vox se metió un edil en el bolsillo. En algún sitio tenía que ocurrir y pasó en Granadilla de Abona. Un 51,8% de abstención y dos concejales para Vox con 1.190 votos. Con una particularidad diferencial: los ultraderechistas decidirán el futuro gubernamental de Granadilla.

La mayoría absoluta en la corporación son trece concejales. El PSOE obtuvo once, Coalición Canaria diez y el Partido Popular dos. Para que coalicioneros y conservadores gobiernen es imprescindible que se le sumen los concejales de Vox, o que al menos se abstengan en la elección del nuevo alcalde. Elegido y todo necesitará de una mayoría para aprobar los presupuestos municipales, reformar el Plan General de Ordenación o priorizar inversiones. Vox condicionará cotidianamente la gestión municipal de Granadilla en los próximos cuatro años: 52.500 habitantes y unos presupuestos que superan ampliamente los 56 millones de euros. Y los ultras tienen un mensaje claro en el sur tinerfeño que repitió en sus reuniones y pasquines durante las semanas de campaña: si el sur tiene problemas, problemas graves como el desempleo, las infraestructuras o la seguridad pública, su origen básico no es otro que los inmigrantes: los miles y miles de extranjeros (comunitarios y latinoamericanos, pero también, en número menor, africanos) que se han instalado en los tres municipios citados en los últimos veinte años. Uno de los ediles de Vox elegidos en Arona se refirió al barrio de El Fraile como un gueto «muy feo» que hay que extirpar porque supone una fuente de «tensiones y problemas». Una vez reestructurada su organización en Canarias, con representantes y financiación pública (los cuatro diputados de Vox en el Parlamento tendrán grupo propio y unos 300.000 euros anuales) se centrarán en los sures turísticos y en el crecimiento de la población inmigrante. ¿Saben que casi el 60% del empleo que se ha creado en Canarias en los dos últimos años –empleo baratejo y fijo discontinuo, como siempre– lo han conseguido trabajadores comunitarios y latinoamericanos residentes en las islas? Vox lo sabe. Y lo va a repetir. Incesantemente. Sembrando rabia, odio y miedo.

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