Malabarismo empresarial

Gestionar una empresa se parece a un malabarista con un gran número de bolas en el aire en el que la sensatez, la tranquilidad y la imagen que proyecta, son muy importantes para conseguir mantenerlas en el aire a la espera de buscarles acomodo en su modelo productivo, si bien muchas de ellas no se acometen de puertas adentro.

Suenan tambores de austeridad desde Bruselas. La inflación europea no da tregua, ni el déficit público, la guerra entre Ucrania y Rusia, el gasto público descontrolado, la hiperregulación, el absentismo injustificado, la economía sumergida o la alta deuda.

El desarrollo previsto zigzaguea entre la recesión y un bajo crecimiento, mientras que la mejor manera de defenderse no encuentra consenso y el necesario ajuste fiscal no puede dilatarse de manera infinita.

Relanzar la economía mediante un desarrollo sostenible o seguir con una sociedad subsidiada dependiente de la capacidad recaudatoria del Estado, sin tener en cuenta el bienestar empresarial y el empleo, es el gran debate.

Uno es lento pero seguro, el otro, anestesia la paz social para intensificar los efectos de su ausencia en breve.

La excesiva dependencia de la industria en Alemania es un riesgo que debe tener presente el sector turístico español y canario.

De la capacidad de consumo de ese mercado pende el futuro del turismo y su efecto arrastre en el comercio, la industria, el ocio, la restauración, la agricultura o la construcción.

Al fin y al cabo, la economía global se basa en unos vasos comunicantes entre las economías interdependientes.

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