Opinión

También ocurrió en Mestalla antes que Vinicius

Guardiola, sobre el racismo: "LaLiga debería aprender de la Premier"

Guardiola, sobre el racismo: "LaLiga debería aprender de la Premier"

A cuenta del caso Vinicius –que siempre me ha parecido un tipo muy simpático, divertido y echado p’alante– no creo que las disquisiciones sobre racismo nos puedan llevar muy lejos. Seguramente a ningún lado. Emplear argumentos grandilocuentes, divagar sobre un racismo ontológico e idiosincrático carece de toda base empírica. Los hay racistas, pero no todos lo son, según consensus gentium, en ningún lugar, ni siquiera en Brasil he podido leer. Por tanto, de metonimias nada, de tomar la parte por el todo. El racismo además pudiera estar en la misma naturaleza humana, como están las pulsiones de poder y dominación, de envidia y humillación. Por su universalidad en el tiempo y la geografía podríamos encontrar racismo en Mauritania en torno a 1960, entre mauros y negros, en Sudáfrica ya completamente invertido, si leemos entre otros al exactivista blanco antiapartheid y premio Nobel J.M. Coetzee, autoexiliado lejos de su país.

Como ahora veo un poco más fútbol, sin llegar a ver partidos enteros, me estaba pareciendo que es en este deporte precisamente donde se estaba produciendo la superación del racismo, no en las gradas, sino entre los jugadores, la compenetración y plena igualdad, lealtad y afecto que se observan en los equipos de fútbol, pareciera constituir otro espacio plenamente cosmopolita y multirracial. Hay quienes afirman que el racismo en el fondo es una cuestión social, que difícilmente habría racismo contra negros o magrebíes multimillonarios o jugadores de la NBA. Dos cosas contra el racismo este del que hablamos. Siempre he creído que el racismo es más cuestión estética que ética, que uno no puede permitirse dar esas muestras de indignidad, aunque estuviera tentado. Segunda, como sostuvo Freud (que no Marcuse), la civilización solo podía erigirse a costa de la represión de los instintos, o su sublimación. Efectivamente, la represión por medio de la legislación pondría coto al coro racista de los campos de fútbol, pero resulta que esa legislación según tengo entendido existe ya, pero ocurre que no se aplica.

También ocurrió en el Mestalla en 2009, pero no con la afición del Valencia, sino con las del Barcelona y Athletic de Bilbao, que jugaran la final de la Copa del Rey. Pitando y abucheando al jefe de Estado y el himno nacional (los dos grandes símbolos de respeto universal) como guerreros drogados. Las dos cunas del racismo histórico español. Sabino Arana, inventor del nacionalismo vasco y la pureza/superioridad de sangre, y los supremacistas y racistas catalanes, hermanados en la violencia verbal y radical intransigencia contra los símbolos del Otro. Los talibanes volando los budas de Bamiyán, con su sacralidad, dejaban muy claro que las personas serían cucarachas.

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