Opinión | El recorte

Efectos de la resaca electoral

Noemí Santana, Gemma Martínez y Antonio Pérez, el domingo en la sede de Unidas Sí Podemos en Guanarteme.

Noemí Santana, Gemma Martínez y Antonio Pérez, el domingo en la sede de Unidas Sí Podemos en Guanarteme. / ANDRES CRUZ

Normalmente, si no tienes nada que decir, lo más conveniente es que te calles. Pero luego está la política y el periodismo, que consisten en lo contrario. Y el riesgo de tirarse a una piscina sin agua aumenta exponencialmente. Ademas, las predicciones meteorológicas en los microclimas producen mucha pifia. Dices que no va a llover y te enchumba un aguacero. O vas de un norte nublado y te encuentras un sur que tiene un solajero que rompe las piedras. Así es Canarias, qué quieres que te diga. También en el clima político.

La noche electoral ha dejado desolación y asombro. Sueños egocéntricos que se esfumaron de un manotazo cuando se abrieron las urnas. Políticos convencidos de sus propios e interminables discursos descubrieron repentinamente que estaban posados en la rama de un vacío electoral.

El derrumbe electoral de la extrema izquierda también llegó a las islas. La desaparición de Podemos del Parlamento de Canarias es, sin ninguna duda, la noticia más pasmosa de estos pasados comicios. Un partido con grupo parlamentario, miembro del pacto de gobierno, que se esfuma del escenario con un ¡plop! De este acontecimiento se ha dicho muy poco. Algunos líderes podemitas en las islas, aducen que la hecatombe es culpa del crecimiento de la derecha reaccionaria. ¿Pero qué clase de análisis es ese? ¿Qué relación hay en que hayan barrido a un partido en la izquierda extrema con el éxito electoral de una fuerza antagónica en la extrema derecha? Aguántame el cubata que me voy a lavar la cara.

Nadie ha anunciado dimisiones por los fracasos. Y nadie se ha molestado en explicarlos. Las esporádicas declaraciones hechas hasta ahora parecen hechas por gente que está catatónica, como el boxeador al que le han dado un guantazo y va flotando por el cuadrilátero. O eufórica porque se han llevado una sobredosis de éxito, en el caso de los ganadores.

El líder del PSOE, actual presidente del Gobierno, Angel Víctor Torres, en otro estilo más calmado, no es ajeno a los efectos demoledores del varapalo electoral. Aseguró a los medios que le correspondía a su partido intentar formar gobierno. Estrictamente hablando es así, porque es el partido más votado. Pero Torres –y los medios– saben perfectamente que tiene las mismas oportunidades de formar gobierno que de fabricar hidrógeno verde con dos palillos de dientes. ¿Para qué se dicen estas cosas? Yo qué sé. Por decir algo, supongo.

Los efectos gravitatorios de las urnas en Canarias son los que son. Un pacto entre nacionalistas y populares. Uno que se impondrá en cascada en los municipios, por mucho que ladren los perros chicos. Y ahora, que se han convocado elecciones generales: bromas las justas. Los pactos serán muy rápidos. Y los partidos se tendrán que poner al tajo otra vez. Pedro Sánchez, en su línea, le ha jodido el verano a todo el mundo.

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