Opinión

Murakami, escritor de marca

Archivo - El escritor japonés Haruki Murakami.

Archivo - El escritor japonés Haruki Murakami. / BRUNO MURIALDO/ROPI / ZUMA PRESS / CONTACTOPHOTO

Los premios Princesa de Asturias empiezan a ser sospechosamente letrados. El encadenamiento en la presente edición del muy apreciable Nuccio Ordine, de la desaconsejable putinista Hélène Carrère d’Encausse y de Haruki Murakami obliga a plantearse si los galardones se acomodan a las lecturas de la joven Leonor. Los indicios apuntan a que sería más oportuno titular Reina de Asturias a los encumbrados, por la evidente afinidad. En cuando al japonés ahora laureado, la primera reacción es de sorpresa, porque la acumulación de acontecimientos llevaba a imaginar que figuraba ya en el palmarés. ¿Qué hubiéramos respondido anteayer a la pregunta sobre si Murakami había ganado el premio asturiano en pasadas ediciones?

En Murakami, japonés es una ubicación tranquilizadora, pero no una categoría espiritual como ocurría en Yukio Mishima o en Kenzaburo Oe. El autor de Crónica del pájaro que da cuerda al mundo muestra un orientalismo globalizado. La banda sonora de su novelística es una profundización académica en las rupturas del jazz, con el vigor del coleccionista. Su escritura se dirige a Occidente, pero a una versión nostálgica de lo que un día significó aquella cultura. En tal sentido, es un conservador de las esencias, pero no de su país. Cada lector es culpable de sus frustraciones, la mía llegó con Murakami cuando uno de sus personajes cuelga el teléfono y se queda mirando el aparato. Me pareció poco creíble, nadie siente ya esa devoción por las máquinas. Sin embargo, esta escena que amputó la lectura me ha quedado grabada con más fuerza que las obras completas de otros escritores que he devorado.

La Reina de Asturias va premiando a literatos que son relativamente famosos, en la versión limitada de Gore Vidal cuando decretó la muerte del novelista como estrella popular. Murakami es además una marca en sí mismo. Su pasión por correr largas distancias, su vocación jazzística, sus camisetas, todo lo ha empapelado y vendido con éxito. A propósito, ¿ha ganado ya Murakami el Nobel? A efectos de su impacto global, sí, aunque en Suecia todavía no se hayan enterado.

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