Opinión | A BABOR

La habilidad de hacer pucheros

Pedro Sánchez.

Pedro Sánchez. / JOSE LUIS ROCA

La titular de Hacienda, calificó el otro día a Torres como martillo pilón, por su defensa de Canarias ante el Gobierno Sánchez. Dijo que gracias a Torres se conocen ahora en Madrid las especificidades canarias y nuestras necesidades. Sus declaraciones podrían ser fruto del despiste de una peninsular que desconoce cómo han sido desde la creación de la Autonomía las relaciones canarias con la metrópoli. Desde las islas, ha sido necesario explicar ex novo a cada nuevo gobierno nacional como van las cosas. Nuestra historia autonómica es la de un forcejeo recurrente con el centralismo mesetario: a nadie le gusta reconocerlo, pero Canarias es una sociedad poco viable sin la ayuda de España y Europa. Los dirigentes isleños lo han tenido siempre claro. Pero los del PSOE y el PP han tenido que ceder en más que alguna ocasión a la intransigencia o la ignorancia de sus jefes.

Es difícil hacer entender al resto de España que los descuentos a la residencia, las ayudas para desalar agua y reducir la factura de la luz, o el diferencial cada día menos diferente de nuestra fiscalidad, no son un privilegio, sino una cuestión de supervivencia. Saavedra se enfrentó a la censura de la que nacería Coalición, por no haber podido o sabido defender el REF frente a la incomprensión de Hacienda. Soria no logró que su partido asumiera el compromiso de reducir un 25 por ciento el IRPF, y Torres pasteleó torpemente en el Parlamento para evitar plantar cara a su señorito cuando el Congreso arrastró el nuevo REF por el dintel de la puerta de los leones de San Jerónimo. Fue cuando le metieron tijera a la fiscalidad del cine, y –sinceramente- no creo ni que fuera un asunto tan grave, ni que nos fuera la vida en ello. Pero el fuero es –ya lo dice el refrán- una cuestión de huevos: y Torres jugó al quedabién como suele.

Cuando la ministra Montero nos lo presenta como el Viriato de la canariedad, a mí me entra la risa. Torres es más de llevarse bien con todos, de no meterse en líos con su jefe o sus socios. Su habilidad es hacer pucheros cuando las cosas se le ponen feas. Se le da bien hacer pucheros. Lo hemos visto en su video de campaña, su gran apuesta para seducirnos. Y además encaja cual guante con la voz aterciopelada y susurrante que usa cuando anda en sortilegios de conquista.

En fin, que les cuento esto, porque el lunes publicaba el periódico El Mundo que Torres y la señora Armengol fueron los dos únicos barones socialistas que se negaron a valorar la decisión de Bildu de incorporar en sus listas a 44 condenados por terrorismo, siete de ellos con delitos de sangre, y que jamás se han arrepentido o pedido perdón. Con las excepciones de la navarra Chivite, que gobierna con Bildu y se felicita de que los asesinos recurran a las elecciones y no a la violencia; y de Ximo Puig, que aprovecha siempre para culpar al PP de las miserias del mundo, todos los demás barones y baronesas del PSOE –el aragonés Lambán, García-Page, el extremeño Fernández Vara, Concha Andreu, de La Rioja, y el asturiano Barbón– consideraron repugnante la presencia de ex sicarios de ETA en las listas de Bildu. Todos ellos recuerdan caer cobardemente asesinados -en la puerta de sus casas o de un tiro por la espalda- a compañeros de partido. Todos ellos se desmarcaron con rotundidad de la meliflua respuesta de Sánchez –eso de que la presencia de asesinos de ETA en las candidaturas de Bildu es reprochable, pero legal- y contribuyeron con sus declaraciones a forzar que los siete ex etarras con casos más graves anunciaran su renuncia a ser concejales.

Probablemente no les quedaba otra: la Ley de Partidos establece que una fuerza política será declarada ilegal cuando vulnere los principios democráticos. Una de las causas de ilegalización es incluir en las candidaturas a personas «condenadas por delitos de terrorismo que no hayan rechazado públicamente los fines y los medios terroristas». Exactamente lo que hizo Otegui, para rectificar cínicamente después de hacerlo. Aunque hay quien dice que la ley no se aplica si ETA no existe. Y yo me pregunto que dónde dice eso la ley. Y me también por qué no se pronunció Sánchez con más dureza. Y por qué Torres se negó a decir nada…

Pues quizá porque los sondeos aseguran que Bildu tendrá seis diputados imprescindibles para poder mantener el Gobierno sanchista tras las próximas elecciones generales. Después del indulto, la reforma del Código Penal y la derogación de la sedición, no espero ya demasiado de Sánchez. Pero sí esperaba más de ese hombre bueno y noble que cree que lo de ETA no va con nosotros, y que hacer pucheros mientras se mantiene cómplice y callado ante la ignominia, es una forma de lealtad. Lealtad a quien le puede poner y quitar.

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