Opinión | Crítica

Consistente narración ligera

Una escena de la película.

Una escena de la película. / E. D.

Stephen Frears, responsable entre otros títulos de Las amistades peligrosas (1988) –probablemente su mejor obra– y La reina (2006), se ha labrado hasta la fecha una sólida carrera como cineasta. No obstante, en la filmografía de este veterano británico abundan las películas de visión amable donde se estila un tono ligero y, en gran parte, cómico, aunque introduzca toques críticos y reflexivos. Sirvan como ejemplos La reina Victoria y Abdul (2017), Philomena (2013), Tamara Drewe (2010) o Alta Fidelidad (2000), trabajos nada transgresores y de formato convencional con los que el público empatiza con facilidad y en donde se mezclan, normalmente con acierto, el humor, el drama y, a veces, alguna pincelada reivindicativa.

En línea con esta trayectoria presenta ahora The Lost King (estrenada en España con su título original). Ignoro si la distribuidora ha esperado intencionadamente a la primera semana de mayo para llevarla a las carteleras, coincidiendo con la coronación en Londres del rey Carlos III y considerando que este actual fervor monárquico ayude a su éxito en la taquilla. Tras su visionado, la sensación que predomina es la de tratarse de una propuesta sencilla, afable e impulsada por un halo de comicidad que parece impregnarlo todo, por mucho que determinadas secuencias reflejen una textura más dramática. Es el estilo que Frears, sin duda, domina y en el que se siente más cómodo, ya que le favorece para abordar el relato con consistencia, pese a esa apariencia informal o, incluso, insustancial. Su moderado metraje, cercano a la hora y media, también contribuye a que la proyección resulte amena y agradable de modo que, aun siendo un filme que se olvidará con cierta rapidez, tampoco contará con demasiados detractores.

Basado en hechos reales (en el doble sentido del término), relata cómo en 2012 fueron localizados en la ciudad inglesa de Leicester los restos del monarca Ricardo III, fallecido 500 años atrás en el campo de batalla. Gran parte del mérito de dicho hallazgo se debe a Philippa Langley, guionista de televisión y miembro de la Sociedad Ricardiana, que se embarcó en la descabellada aventura de localizar dichos restos. Para verificar su autenticidad, hubo que cotejar el ADN de los huesos con el de algún otro familiar y quien aportó la prueba científica definitiva fue un carpintero canadiense perteneciente a la decimoséptima generación de descendientes de Ana de York, hermana del difunto noble.

De tan rocambolesca historia, Steve Coogan y Jeff Pope (ambos, autores de los textos para Philomena) escribieron un guion efectivo, basado en un libro de la propia Langley, en el que presentan con naturalidad la perspectiva trágica y, al mismo tiempo, cómica de un suceso bastante inverosímil y que concluye con una dosis de optimismo vital muy del agrado de todos los públicos.

Desde el punto de vista interpretativo, el peso recae sobre Sally Hawkins, que encarna a Philippa. La actriz ha estado nominada al Oscar en dos ocasiones, gracias a sus actuaciones en La forma del agua, de Guillermo del Toro y Blue Jasmine, de Woody Allen. Participó asimismo en Spencer, otro proyecto sobre la familia real británica en el que su colega Kristen Stewart dio vida a Diana de Gales. Ha intervenido igualmente en Happy, un cuento sobre la felicidad, de Mike Leigh, Nunca me abandones, de Mark Romanek o la hipnotizadora versión de Jane Eyre, de Cary Joji Fukunaga. Aquí lleva a cabo una labor plausible, aportando el punto justo de hilaridad e intensidad. La acompañan en el elenco el propio Steve Coogan y Harry Lloyd (La teoría del todo, La dama de hierro).

Título: 'The Lost King'

Director: Stephen Frears

Intérpretes: Sally Hawkins, Steve Coogan, James Fleet

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