La campaña electoral resulta más apasionante que una serie de televisión. Acabo de enterarme, leyendo unas declaraciones de Noemí Santana, lideresa de los restos de Podemos que flotan en la macarronesia canaria, que el «pacto de las flores» estaba compuesto, en realidad, por cinco partidos. Una sorpresa. Por lo visto existía un acuerdo secreto entre Angel Víctor Torres con los nacionalistas de Coalición Canalla.
«La primera medida para mejorar la Sanidad es que no la gestione CC, como, por desgracia, ha pasado también en esta legislatura con Conrado Domínguez como director del Servicio Canario de Salud». Las palabras de Santana son deslumbrantes. Abren las puertas a un nuevo universo cuántico/político donde la antimateria es al mismo tiempo la materia. Que Canarias esté a la cabeza en las listas de espera sanitarias no es consecuencia de la mala gestión de la izquierda en el gobierno, sino de la puñetera oposición. Clavijo, compañero secreto de Noemí Santana, anda el hombre que no se entera de la púrpura que ha cargado estos cuatro años, sorteando tenis con la bandera de Canarias, pero sin las siete estrellas verdes. Alguien debería decirle algo.
Pero eso de haber estado en el Gobierno sin dejar de ser la oposición se ha convertido en tendencia. El candidato de Podemos al Cabildo de La Palma, Adonai Carballo, lamenta que el gobierno –donde estaba su partido– se haya olvidado de los afectados de la isla y que no se «humanizara» la recuperación de la gente. Y ahí queda eso.
Sin embargo, la incoherencia infantil es mucho menos dañina que la burla. Lo más estomagante es escuchar hablar de las grandes obras de carreteras que se van a terminar en unos pocos meses, aunque no se hayan acabado en cuatro años. O conocer que también en muy breve plazo van a ponerse a disposición de las familias que lo necesitan miles de nuevas viviendas públicas que el Presidente Sánchez va lanzando impúdicamente a la atmósfera política, como las emisiones contaminantes de una chimenea electoral.
Pero no todo va a ser estrambótico o falso en esta campiña de hongos alucinógenos. Mientras el entero mundo desbarra, Igualdad, o sea, Irene Montero, ha financiado un estudio que nos abre los ojos. Resulta que las mujeres trans, o sea, los nacidos erróneamente con cuerpo de hombre que han transitado al sexo femenino, «tienen mayor dificultad económica en adquirir productos menstruales» como compresas, tampones o copas. Esto me abre los ojos. Sí, señor. Como platos. No sabía que sin ovarios y sin útero se podía tener la regla. Pero es que el periodismo es un vasto océano de conocimiento de un milímetro de profundidad. La política, en cambio, ya se ve, es un mar defecado. Digo, desecado.