Opinión

El gasto militar del mundo: un panorama desesperanzador

Militares entregan ayuda humanitaria en Sudán.

Militares entregan ayuda humanitaria en Sudán. / REUTERS

Cumpliendo su rito anual, el SIPRI (Instituto de Investigaciones sobre la Paz de Estocolmo) publicó el gasto en defensa de los distintos países del planeta, y el panorama no puede ser más desesperanzador.

Nunca en efecto habían dedicado tanto los gobiernos de los distintos continentes no a sanidad, educación u otros servicios sociales, sino a armamento: el año pasado crecieron, descontada la inflación, un 3,7 por ciento hasta alcanzar los 2,24 billones de dólares.

El número uno de la lista lo ocupa, como siempre, EEUU con un total dedicado a sus FFAA y a sus cerca de 800 bases en todo el mundo de 877.000 millones de dólares, lo que representa un 39 por ciento del gasto mundial total.

Hasta 19.900 millones de su divisa nacional dedica por cierto la superpotencia a la guerra de Ucrania, conflicto que se ha convertido mientras tanto también para los europeos en un pozo sin fondo.

China, que ha incrementado asimismo fuertemente su presupuesto militar debido sobre todo a las tensiones en torno a Taiwán, figura en segundo lugar con 292.000 millones de dólares.

Pero también Rusia ha gastado más que nunca en defensa –la invasión de Ucrania obliga– y ha pasado del quinto al tercer puesto con un presupuesto estimado en 86.400 millones.

Mientras tanto, Alemania se ha olvidado ya de la contención del pasado en cuestiones de defensa, tan criticada en Washington, y ha aumentado el gasto en un 2.3 por ciento, lo que la sitúa con 55.800 millones en el séptimo lugar de la lista, por detrás del Reino Unido.

Lo más significativo del panorama es que Europa es precisamente la parte del mundo que más aumentó el año pasado su presupuesto militar: lo hizo nada menos que en un 13 por ciento. Estados Unidos no puede ya quejarse.

Las razones de ese espectacular aumento no pueden estar más claras: una guerra en Europa, la segunda desde el fin de la Guerra Fría después de la Yugoslavia, a la que no se acierta a ver el fin.

La militarización de las relaciones internacionales se ha impuesto a la diplomacia, actividad que parece haber caído últimamente en descrédito.

Los países del Sur global, con Brasil en cabeza, se apartan, sin embargo, de esa lógica y se suman a China para pedir que los contendientes se sienten a una mesa de negociaciones, pero hasta ahora sin éxito.

Pero no es Europa la única que se militariza a marchas forzadas: lo mismo ocurre en la región del Asia Pacífico: ya se mencionó antes el fuerte incremento del gasto militar de China: un 4,2 por ciento, menos que el 5.9 por ciento de Japón.

Y si se analiza un período más amplio, el que va de 2013 a 2022, si el gasto total de defensa en Europa creció en un 38 por ciento, en el Asia Pacífico el incremento fue nada menos que del 45 por ciento.

La lucha por la hegemonía global entre EEUU y China, que ha sido hasta ahora sólo económica, amenaza en convertirse en militar, y hay quien en Washington predice una próxima guerra entre los dos países en un futuro no lejano.

Mientras tanto, los jóvenes activistas del grupo Última Generación, que critican la inacción de los gobiernos en la lucha contra el cambio climático, parecen, sin embargo, no entender la estrecha relación entre el fenómeno que denuncian y la militarización del planeta. Es hora de que se despierten.

Suscríbete para seguir leyendo