Opinión | Retiro lo escrito

Lo de AHI

El presidente de NC, Román Rodríguez, y el líder de AHI, Javier Armas.

El presidente de NC, Román Rodríguez, y el líder de AHI, Javier Armas. / E. P.

A ver si la legión de politólogos sobrevenidos que garrapatean en los papeles de los kioscos se cansan y dejan de dar la murga con lo de AHI. Hace menos de dos semanas anunciaban, aguantando a duras penas su alborozo, que Coalición Canaria implosionaba. Las pruebas estaban en la huida del PNC y de la Agrupación Herreña Independiente. Lo del PNC no es más que una pequeña sinvergüencería fruto del genio criollo y malcriado de Juan Manuel García Ramos, quien estuvo ahí, sentadito en el escaño y cobrando hasta el último minuto de la legislatura. Nada más disolverse la Cámara, su partido, que el profesor sigue controlando como una pandorga, descubre que Coalición no es nacionalista pero sí muy derechista, y el PNC anuncia su marcha Radetzky hacia la nada. Una jugada de una inteligencia deslumbrante: romper una coalición cuando ya no se dispone de tiempo para negociar maldita cosa. Dentro de muy poco los náufragos del PNC se darán cuenta que no tienen dónde agarrarse, salvo de siglas malbaratadas por un narcisista enredador, oportunista e irresponsable.

Esto es muy pequeño. Para hablar de AHI es imprescindible conocer los rituales del insularismo herreño, desde siempre característica y extremadamente celoso de su autonomía. En las Agrupaciones Independientes de Canarias Tomás Padrón y sus compañeros se encontraban razonablemente cómodos. Coalición Canaria fue, en cambio, una situación distinta. Sobre todo cuando a partir de finales de siglo se trató de impulsar una unificación orgánica de todas las fuerzas integrantes en lo que al principio solo constituyó una red electoral que maximizaba la rentabilidad en las urnas en las circunscripciones insulares. Tanto Asamblea Majorera como la Agrupación Herreña ofrecieron resistencias al proceso de unificación que Paulino Rivero quiso acelerar e intensificar. Entonces el señor Padrón comenzó a tocar periódicamente el tambor. De vez en cuando había que salirse de Coalición Canaria, es decir, dejar claro que los herreños eran aliados electorales, pero no estrictamente socios políticos: AHI jamás se disolvería en una organización de ámbito canario. Esta actitud, perfectamente tolerada por los coalicioneros, convertía a los insularistas herreños en una suerte de gato de Schrödinguer alimentado de quesadillas que estaba a la vez dentro y fuera del ámbito político de Coalición Canaria. Recuerdo que en una ocasión un periodista le preguntó a Tomás Padrón cómo podía decir que AHI no estaba en CC si disponían de un comisionado (con categoría equivalente a un consejero) en el Gobierno autónomo. «Estamos donde queremos y cuando queremos», dijo el líder, encogiéndose ligeramente de hombros, algo sorprendido quizás por la gilipollez de la pregunta.

En los últimos años los pujos de autonomía irrestricta han aumentado por la catástrofe que ha supuesto una disidencia exitosa: la de David Cabrera al frente de una agrupación de electores, Asamblea Herreña. Cabrera ha pactado con el PSOE para gobernar (un poquito) en el Cabildo Insular. Uno de los mantras de Cabrera apuntaba a que AHI se había desherreñizado sumergida en el agua impía de Coalición Canaria. Como ejemplo citaba siempre al exconsejero de Agricultura y Pesca, Narvay Quintero, rabo blanco que había trasladado su residencia habitual a Tenerife. Demostrar independencia ya no era solo un rito purificador, sino puro pragmatismo para desmentir a Cabrera verosímilmente. Javier Armas ha demostrado talento: neutralizó que Asamblea Herreña llegara a un acuerdo con Nueva Canarias pactando él primero con Román Rodríguez y ahora firma con Fernando Clavijo que se integrará –con sus condiciones– en el grupo parlamentario de Coalición, y si el candidato coalicionero se presenta a la investidura presidencial, contará con el voto de AHI. No hay mayor novedad. Basta con leer con atención el nombre del partido fundado por Tomás Padrón. «Estamos donde queremos y cuando queremos». Pues eso. Exactamente.

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