Opinión

Maite F. Valderas

Política de conexión

Papeletas en un colegio electoral.

Papeletas en un colegio electoral. / JESÚS DIGES

Me encanta tener la posibilidad de ofrecer soporte a la candidatura política. Me gusta tener esa sensación tan gratificante de poder hacer que una persona pueda encontrar una salida en una situación emocionalmente dudosa, con mucha presión, o a gran velocidad… Esa velocidad que te nubla la visión cercana, porque vas tan rápido que apenas puedes detenerte. Cada candidato es una historia, una experiencia, un desafío, un proyecto, una ilusión. Si hay un aspecto que me apasiona de mi profesión como psicóloga, es poder sentir lo que existe detrás de esa candidatura política, ese ser humano, esa esencia, esos maravillosos valores que, en ocasiones, la ciudadanía puede estar perdiéndose.

La información que leemos y que nos llega es tan desbordante que, inconscientemente, nos resulta muy cómodo quedarnos con lo más sencillo, lo que menos coste nos produce. Estas elecciones, nos dicen las encuestas, serán ciertamente sorprendentes porque la ciudadanía está tan cansada que requerirá de contrastes y dejará la decisión de su voto hasta el último momento.

Me gustaría que las personas que votan piensen en su «metro cuadrado», eso que les genera bienestar o rechazo y que apunten a ese candidato o candidata que le genere la confianza que le avale y le garantice un futuro mejor. Seamos conscientes de que votamos la credibilidad, la autenticidad, la confianza, el entendimiento, la capacidad que tenemos de prever a un candidato; es así, aunque no seamos conscientes de ello.

No nos quedemos en la queja; si queremos cambio, propiciemos cambio y seamos honestos, especialmente en la política municipal. Y digo especialmente en la candidatura municipal, porque es la menos ideológica de todas. Aunque también me gustaría compartir con vosotros que las ideologías ya «pasaron a la historia» y que ahora votamos «proyectos políticos para mejorar nuestras vidas». Quédate con quien tenga identidad, y pida el voto de esa izquierda, de esa derecha y de ese centro, porque esa persona va a gobernar para todas las personas, sin distinción. No tengas miedo y sé persistente si confías en la candidatura. No te duermas, dale tu apoyo sin fisuras y propicia tu objetivo. Y sí, dale importancia a la política, porque de eso depende parte de tu bienestar.

Seamos conscientes del sistema político que tenemos, de cómo nuestro voto o nuestros apoyos pueden tener un resultado contradictorio u opuesto a nuestros deseos reales. Como psicóloga, me parece muy justo que el ser humano tenga un feedback real de sus deseos. Existe una insatisfacción real cuando somos gobernados por la suma de minorías, y es sencillo de entender; el ser humano no se siente representado.

Estos días he tenido la ocasión de hacer didáctica en una campaña y participar en encuentros con la ciudadanía. La candidatura política hace campaña y también la ciudadanía tiene que hacer su campaña. Por eso el buen candidato habla desde la ciudadanía y no para la ciudadanía. Por ello, la psicología en la política no construye arquetipos. Promovemos la mimetización con la sociedad y los transportamos a ser la voz de la gente.

Seamos conscientes de que votamos la credibilidad, la autenticidad, la confianza, el entendimiento

Rompamos creencias que sólo nos limitan y ni siquiera tienen operatividad.

Seamos prácticos y generaremos oportunidades para nosotros y «nuestro metro cuadrado». Es tan sencillo como darle y darnos otra oportunidad para vivir mejor.

No vivamos de espaldas a la política, usemos la política para vivir mejor, y tenemos varios instrumentos para lograrlo: nuestra observación y nuestra capacidad de apoyos para el día 28 de mayo. La abstención no la podemos plantear como opción; sólo beneficiaría a los pactos resultantes de la suma de minorías, ciertamente sorprendentes.

El viaje que hace la ciudadanía y la candidatura política debería de ser de la cabeza al corazón, y desde ahí comunicar para conectar. Es la única forma que conocemos los psicólogos de trasladar nuestro ser, nuestra identidad. La racionalidad nos hace la pregunta y la respuesta va a estar condicionada por ese repaso que hacemos, consciente o inconsciente, de la capacidad de esa persona para satisfacernos; de ahí que la comparativa sea emocional. Me gusta decir que no somos seres racionales, que toda decisión pasa por la proyección de una satisfacción. Insisto, no pretendemos que los candidatos manejen las emociones de la ciudadanía, porque sería un producto creado de «puro marketing»; y a la vez, cuando disparamos nuestro mensaje de campaña, nuestros encuentros, nuestras entrevistas deben de estar llenas de explicaciones que satisfagan emociones y sentimientos. Explicar nuestro programa desde la didáctica del sentimiento. La seguridad por ejemplo; planteemos para qué necesita la ciudadanía un municipio seguro. Está llena de necesidades reales vinculadas a emociones. Es el arte de llevar los objetivos a acciones llenas de valores personales; eso que genera Marca Personal, penetración, escucha, confianza y voto.

Evitemos categorizar nuestra visión y pensemos que existen esas tres verdades: mi verdad, tu verdad y la verdad. Por ello, me encantan esas afirmaciones triples y rotundas que hacen esos candidatos reales en sus expresiones públicas… Santa Cruz, Santa Cruz y Santa Cruz; Los Llanos, Los Llanos y Los Llanos; Cádiz, Cádiz y Cádiz …

¡Adelante!

etikpolitica.es @EtikMaite

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