Opinión | Observatorio
Tormentas solares

Tormentas solares / E. D.
Algunos conflictos recuerdan a las erupciones solares que de repente proyectan a inimaginable distancia en el espacio una columna de fuego que acaba volviendo a caer en el magma de gas ardiente del que procede. También el mundo está en ebullición y de vez en cuando estalla una crisis que nos sobresalta para regresar luego a la relativa normalidad del caldero hirviente. Es lo que ocurre estos días con las filtraciones del Pentágono sobre la guerra de Ucrania, el conflicto latente entre Israel y los palestinos o el irredentismo chino sobre Taiwán…
La guerra de Ucrania ha entrado en un período de relativa calma que los contendientes aprovechan para recuperar resuello. Se siguen matando con saña, eso sí, en trincheras más o menos estabilizadas que con la primavera y el deshielo se llenan de agua y barro. El punto más caliente se centra en las ruinas de Bajmut, una ciudad sin particular interés estratégico en la que rusos y ucranianos se han concentrado mientras se dan un respiro para planear futuros movimientos. Una filtración del Pentágono, en el mayor agujero de seguridad sufrido por los americanos desde Assange y Snowden, pone de relieve el agotamiento de ambos contendientes, faltos de munición y de misiles porque los gastan a un ritmo muy superior a su capacidad para reponerlos. Es una filtración muy dañina porque pone en peligro fuentes, desvela los planes ucranianos para una ofensiva primaveral e incómoda a los aliados al revelar los esfuerzos de Washington para que Corea del Sur e Israel suministren armas y municiones a Kiev, algo que complica la vida a Jerusalén porque es difícil negarle algo a su principal aliado mientras necesita a Rusia para controlar a Irán y a sus milicias en Siria y Líbano. Y todo ello en plena visita a Moscú del ministro chino de Defensa. En todo caso, la conclusión principal de la filtración es que ninguno puede ganar y que tenemos guerra para rato.
Es deseable que tenga éxito la mediación emprendida por Egipto para evitar lo que podría derivar en otra Intifada
El conflicto entre israelís y palestinos no puede desaparecer porque está cronificado, pero hay momentos en los que, como el sol, estalla con violencia. Como ahora, con motivo de la coincidencia estos días entre el fin del Ramadán y la Pascua judía (también la Pascua cristiana, pero esa no cuenta a efectos del conflicto). El gobierno ultraderechista y nacionalista que preside el incombustible Netanyahu enfrenta problemas internos y externos a la vez. Por un lado, quiere someter al Tribunal Supremo con desprecio del imperativo democrático que exige la división de poderes, y por otro, agrava el problema de fondo que no es otro que la ocupación de tierra palestina con el respaldo a la expansión de asentamientos ilegales, y con provocaciones en pleno Ramadán como las visitas de judíos a la Explanada de las Mezquitas (Haram al Sharif) o la entrada de soldados en la mezquita de Al Aqsa, el tercer lugar más sagrado del Islam tras La Meca y Medina, y desde dónde, también es cierto, algunos palestinos arrojan piedras a los judíos que rezan en el adyacente Muro de las Lamentaciones. Con la cantidad de desierto que hay en Judea, musulmanes y judíos han tenido que elegir precisamente el mismo lugar para rezar. Y esa piedad mal entendida produce víctimas inocentes en ambos bandos. Es deseable que tenga éxito la mediación emprendida por Egipto para evitar lo que podría derivar en otra Intifada palestina.
Finalmente, el recibimiento en Washington de la presidenta Tsai de Taiwán por el speaker de la Cámara de Representantes, la tercera figura en el protocolo estadounidense, ha provocado la ira de Pekín, que ha respondido con maniobras militares que simulan el bloqueo y la invasión de la isla, mientras recuerda una vez más que la reunificación se hará sí o sí. La duda es cómo, si por las buenas o por las malas. Lo ocurrido eleva aun más la tensión entre China y Estados Unidos, que tienen otros motivos de desacuerdo en múltiples frentes. Kevin Rudd, exprimer ministro de Australia, dice que hemos entrado en una «década peligrosa» porque en ella tendrá que romper aguas esta tensa relación chino-americana. Dependiendo de cómo lo haga nos afectará de una u otra manera a todos los demás. También aquí la única duda es el cómo.
Esperemos que la actual tormenta solar se calme, sabiendo que nunca desaparece y que cualquier día vuelve a lanzar chorros de fuego al espacio.
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