Opinión | Curva a la izquierda

Decepción

Decepción

Decepción

Me hubiera gustado saberlo antes. De los amigos esperas otra cosa. De los que no lo son da lo mismo. Es probable que no te tuvieran por tal. Si no, no me lo explico. Los amigos –esa familia que uno elige- son leales. Primero consigo mismos y después con los otros. Nadie nos los impone. Por eso es difícil digerir traiciones. Lo peor de todo –o lo mejor, según se mire- es que cuando les coges a contrapié salen del atolladero con una mentira. O, muchas veces, te culpan a ti. Como si tuviera algo que ver su comportamiento con que tú existas. Vamos, que quieren hacerte creer que has sido tú el que les has forzado a hacerlo. Es que decían… es que oí… es que se rumoreaba… Y dónde está tu confianza para preguntar. En el cara a cara. En el vis a vis. Sin intermediarios. No, ni te engañes ni trates de engañar a nadie. La libertad de la que disfrutamos nos permite y legitima para hacer lo que nosotros queramos, y estás en todo tu derecho. Esa no es la cuestión. Ten la decencia de ser claro. ¿Quién te iba a decir nada?¿Tu conciencia?¿La tienes? En fin, el tiempo y, la vida, antes o después, nos ponen a cada uno en el lugar que nos corresponde.

Llevamos tantos años viendo carroña, oliendo carroña, despertándonos y durmiéndonos con la carroña televisiva que a lo mejor hemos llegado a creer que eso es lo normal. Incluso -sobre todo en política- lo ideal. Y yo me niego a aceptarlo. No puedo. Porque todos los políticos no son iguales, como tampoco todas las personas somos iguales.

Si tienes que beber de las fuentes de tu rival –que no tu enemigo- o no te fías de los tuyos o no te importa arañar la decencia con tal de ganar. Y no todo vale amigos. El fin no justifica los medios. Ni en la mesa ni en el juego se conoce tanto al caballero como en política. Por eso lamento tanto que en las próximas elecciones y en las siguientes igual, no se vote en listas abiertas. En todas debería hacerse. Y que no sea el partido quien te arrope y encumbre adonde nunca habrías llegado por méritos propios. Esa es la causa de que ejércitos de mediocres nos representen sin otro mérito que haber bailado el agua, haberse prestado a hacer el trabajo de cloaca, o conseguir para el jefe lo que él por vergüenza o decoro personal nunca haría. Y así nos va. Así nos luce el pelo, como diría un castizo. Uno no sabe dónde meter el entendimiento.

Huele tanto a elecciones por todas partes… huele tanto, tanto, que ni sé dónde se metió aquel aroma a primavera del año pasado por ahora. Estos días uno contempla el coso político como un disparatado entremés. Los protagonistas principales entran y salen de escena como olas de mar, con sus espumas y sus aguas: unas más sucias que otras. Estos días indecisos, la verdad es una quimera y el sentido común huye bajo las alcantarillas. Uno comienza a estar harto de tanto revoltijo moral.

Termino. En estos días indecisos parece que el todo vale se ha adueñado de buena parte de los políticos y de algunos de los que aspiran a serlo. No hemos entrado y ya tenemos mañas. Malas. ¿Destino? ¿Casualidad? Una pena. Eso sí que lo sé.

Que cada uno se acuerde de la decepción que considere, porque cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. O no.

Feliz domingo y felices Pascuas.

adebernar@yahoo.es

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