Opinión | El recorte
Meter mano en tu casa
Las familias canarias de clase media aprendieron, hace ya muchos años, que el único lugar donde se puede invertir sin llevarse sustos es en el ladrillo. Así que el ahorro se encaminó a la compra de viviendas. Para muchas personas, el alquiler de una vivienda se convirtió en la manera de ingresar un plus en las economías familiares. Y cuando llegó internet y se puso de moda el alquiler vacacional, descubrieron que podían participar en el negocio turístico.
¿Qué han hecho las administraciones públicas por estas familias propietarias de otra vivienda, además de cobrarles impuestos por los alquileres, IBI, basuras y otras tasas por sus viviendas? Un montón de nada. Primero se mostraron absolutamente incapaces de proteger la propiedad privada. Si a una familia que alquilaba su vivienda le salía un cliente moroso las pasaban canutas para recuperar el piso que podían encontrarse absolutamente destrozado y sin consecuencia alguna para el responsable. Más tarde, con el fenómeno de la “okupación” si alguien entraba a la fuerza en tu casa solo te quedaba el recurso del ajo y agua, o sea, a joderte y aguantarte. Nadie levantaba un dedo para que esa invasión de la propiedad fuera castigada. La incompetencia de las administraciones para ofrecer una vivienda decente a las familias sin recursos la pagaban los ciudadanos en sus propiedades invadidas.
Lo que se produjo en el mercado del alquiler fue, lógicamente, un ataque de pánico. Nadie quería arriesgarse a rentar un piso sin ninguna seguridad. La consecuencia fue que hay menos pisos en alquiler lo que unido a que los gobiernos siguen sin hacer vivienda pública ha creado una encarecimiento en los precios de un bien cada vez más escaso.
Luego llegó el alquiler vacacional y la gente descubrió un chollo. Los turistas solo están unos pocos días, así que no tienes riesgos de que se te queden por la cara. Los ingresos son muchos mayores que un alquiler normal. Y ademas tienes el piso con gente dentro, con lo que eliminas el riesgo de una “okupación”. Negocio redondo. Pero la escasez de vivienda para el alquiler local se agravó.
La respuesta lógica ante este problema sería construir mucha más vivienda pública. Pero no es así. El Gobierno español pretende intervenir el mercado para decirte a qué precio máximo puedes alquiler tu propiedad. Impone condiciones para el alquiler que protegen a los inquilinos pero no al propietario. Para que no tengas la vivienda vacía quiere establecer multas y recargos. Y va a limitar enormemente que la dediques al alquiler vacacional. Estamos ante una expropiación sin compensación de los derechos de la propiedad privada. Un pasito más hacia el sueño totalitario.
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