Opinión

Martí Saballs

Josep Piqué, la amabilidad de la política

Fueron casi dos horas de conversación pausada sobre el estado del mundo en el que acabamos hablando del estado de Cataluña. Fue en el hotel Eurobuilding de Madrid. Quedamos a tomar un café. Josep Piqué salía de un largo confinamiento. Su estado de salud, un ida y vuelta constante de lucha contra la leucemia, había mejorado en las últimas semanas. Había que ser precavido frente al covid. Su extremada debilidad física se unía al mantenimiento de una extraordinaria capacidad intelectual, un análisis del mundo tal como conocíamos, de sus riesgos y puntos calientes. Su obsesión, una de sus tesis, sobre el sudeste asiático, el mar del sur de China, el estrecho de Malaca, el lugar donde se estaba desarrollando ya la actual carrera por el control del mundo. Piqué, como tantos otros, no contaba entonces con la gran amenaza que suponía Vladimir Putin y la invasión rusa de Ucrania. Putin, a quien había conocido, consideraba que era un brabucón. Solo eso.

Empecé a tratar a Josep Piqué en su etapa al frente de la empresa química Ercros, por entonces propiedad del holding Kuwaití KYO, cuyo hombre en España era Javier de la Rosa. Piqué (Vilanova i la Geltrú 1955) era uno de los jóvenes valores del mundo económico y empresarial de aquella Cataluña pujolista de finales de los 80, donde llegó a ser director general de industria de la Generalitat. Moderado en las formas y el fondo, su carrera fue una subida constante hacia arriba, imparable. Presidía el Círculo de Economía, el importante lobbie económico barcelonés, cuando José María Aznar lo eligió para ser ministro de industria y energía de su Gobierno en 1996. Piqué tenía entonces 41 años y como independiente aún no tenía carné del PP. Iniciaba su carrera política. Por la mañana corría en la cinta de forma infatigable en el Holiday Gym de la esquina de Ortega y Gasset con General Díaz Porlier.

Como jefe de listas del PP por Barcelona en las elecciones generales del 2000, Piqué obtuvo el mejor resultado de su formación en esos comicios: un 23,1% (768.318 votos) y 12 escaños, tres menos que CiU. Fue ministro portavoz y luego ministro de asuntos exteriores de 2000 a 2002, en la segunda legislatura de Aznar. En algún momento se habló de la posibilidad de que fuera el elegido por Aznar para sustituirle como el líder del PP. No fue así. El elegido, al final, fue Mariano Rajoy. Piqué fue enviado a dirigir el PP de Cataluña, donde tuvo que dirimir contra dos mareas: el desarrollo del nuevo Estatut y las dificultades para vender un discurso catalanista no nacionalista en algunos sectores del PP. En una conversación con él en 2005, mostró su pesimismo sobre el camino que estaba emprendiendo Cataluña. Avistaba nubarrones negros. Como candidato a la presidencia de la Generalitat en las elecciones de 2006, ganó 316.222, quedando en cuarta posición. Un año después abandonó la política.

Desde 2007, Piqué inició una larga y diversa carrera en el ámbito de la empresa y la sociedad civil, donde volvió a ser presidente del Círculo de Economía. Entre muchos otros cargos, Piqué presidió Vueling y fue consejero delegado de la constructora OHL y vicepresidente del grupo financiero Alantra. También fue consejero de la empresa, posteriormente quebrada, Abengoa. Actualmente presidía ITP Aero. Era consejero de SEAT.

En abril de 2009, Josep Piqué tuvo la amabilidad de presentarme junto a Miquel Roca i Junyent 'Historias de un corresponsal económico'. Con el tiempo, a Piqué cada vez le hartaba más hablar de la política catalana, aunque nunca rechazaba emitir sus opiniones. El exministro destacó por su buena relación con la gran mayoría de los medios de comunicación, en los que colaboraba a través de sus múltiples columnas de opinión y entrevistas. Autor de diversos libros, siempre tenía una respuesta y un discurso preparado para casi todo. No se escondía ni siquiera en los peores momentos de su enfermedad. Casado en segundo matrimonio con la periodista Gloria Lomana, tenía tres hijos de su primera esposa.