Opinión | Observatorio

Carol Álvarez

Esas chicas hechizadas por los libros

Esas chicas hechizadas por los libros

Esas chicas hechizadas por los libros

Un millar de jóvenes, la mayoría adolescentes, arrancan la primavera soleada entre cuatro paredes, las de una librería de Barcelona y con un propósito: hablar de libros, compartir lecturas e impresiones, conocer a un puñado de escritoras y unos pocos autores que se reúnen por dos días en la convención Book Con de literatura juvenil.

Lo de los libros recomendados en la escuela, los que compran los padres, ya queda atrás. Ya hicieron 15 años y son sus gustos, sus primeros ahorros a gastar, lo que marca sus rumbos lectores y dan forma a las estadísticas. El patrón de los hábitos de lectura da una foto fija en los últimos años. Los niños leen mucho, están en fase de aprendizaje y lecturas obligatorias. Los adolescentes y jóvenes también, pese a la influencia de pantallas y distracciones digitales. Luego el hábito cae, cuando cae el tiempo para dedicar a la afición por las responsabilidades laborales y familiares, seguramente. ¿Por qué las mujeres siguen siendo las lectoras con mayúscula, en las distintas etapas de la vida, si lo de conciliar lo llevan peor y suman la carga mental?

Según el barómetro de hábitos de lectura y compra de libros de 2022, en la última década se han incrementado en un 5,7% los lectores mayores de 14 años, y justo es la franja que va de 14 a 24 años (74,2%) la que más lee, seguida de la de 45 a 64 (69,2%).

La premiada autora de novelas juveniles Katherine Marsh reflexionaba estos días en un artículo en The Atlantic acerca de lo que mueve a un lector joven a coger el hábito de leer, y apuntaba, fundamentalmente, a la importancia de que se divierta por encima de todo con el libro, sea del género que sea, de la extensión que sea. Cada niña y adolescente conecta de forma distinta con tramas y personajes, pero cuando encuentra aquel que le cautiva, que le intriga y del que quiere saber más, cómo soluciona sus problemas, cómo vive experiencias similares a las que ella mismo ha vivido o ha temido, oh, entonces, eso es magia.

Ese hechizo tiene estos días en Alibri una legión de pruebas vivientes del fenómeno fan. Las pantallas de móvil no son el anticristo, sino una puerta de entrada a Wattpad, a Telegram y cuentas en TikTok e Instagram donde la comunidad lectora joven se fortalece. Son herramientas en un universo en el que la experiencia lectora está en el centro, ligada al libro. Lo saben las librerías que ceden espacios para iniciativas como esta convención, porque qué caramba, es el romanticismo lo que late detrás de todo esto. Las organizadoras, Laure y Meg, celebran cinco años ya de éxito creciente, esta edición con una cuarentena de autoras con libro y miles de seguidores en redes sociales. Es un spin-off en toda regla de la fiesta Sant Jordi, con sus firmas de libros, sus globos y sorteos, sus expositores, y sobre todo, sus dragones y princesas, con lanza en ristre.

Desde Bookish, el sello literario que primero rescató la librería del cierre y luego ha estrechado el compromiso con la literatura juvenil, cuentan cómo este próximo Día del Libro estrenarán un puesto de venta exclusivamente del género, el más apasionado de todos, no en vano se alimenta de tramas románticas, de fantasía, de heroínas y misterios insondables, y conecta emocionalmente con los sentimientos a flor de piel de los más jóvenes.

El embrujo que rodea esta forma de disfrutar la lectura es el mismo que ha llevado por ejemplo a la superventas Joana Marcús a presentar su última novela en varios puntos de España a la vez, en streaming, en salas de cine seleccionadas, donde un cortometraje rodado expresamente para la promoción acompaña el acto y donde los fans pueden participar del fenómeno en tiempo real, multiplicándolo además en redes sociales. El futuro de la lectura se puede leer en multipantallas.

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