Opinión | El recorte

Política para desovarse

Ángel Víctor Torres, portador de buenas noticias.

Ángel Víctor Torres, portador de buenas noticias. / GC

El presidente de Guanchilandia, el ángel salvador de las Juventudes Socialistas, tiene un relato cojonudísimo de los últimos cuatro años en este país de calimas: todo lo malo que ha ocurrido es una herencia de pasados gobiernos mayormente inútiles y todo lo bueno que ha sucedido es gracias a lo bueno que es este desgobierno.

Los salmones suben los ríos para desovar. Y los políticos hacen lo mismo antes de las elecciones. Así que tampoco tiene uno que llevarse las manos a la cabeza por el angelical simplismo. De hecho hay que agradecer que en un secuestro de lucidez, Torres no le eche la culpa de la pandemia a un virus escapado de un laboratorio secreto del PP ni del volcán de La Palma a un gas intestinal especialmente fuerte de los nacionalistas palmeros, que siempre se tiran los pedos más grandes que el esfínter correspondiente.

Guanchilandia ha tenido, durante los últimos cuatro años, más dinero que nunca en su puñetera vida. Nos hemos llenado el bolsillo con fondos extra de Bruselas, de Madrid y de los propios canarios deslomados por la inflación, que han pagado una cifra histórica e histérica en impuestos. El problema del que no es consciente el Mencey de Arucas que hoy nos pega la matraquilla a todos es que cuando se acabe el mogollón de ayudas nos vamos a estallar como una pita. Porque hemos creado un sahumerio público que es insostenible y la Unión Europea ya ha anunciado que para el año que viene se acabó la fiesta y que hay que volver a la disciplina fiscal. Dicho de otra manera, no te vas a poder gastar más de lo que ingresas.

Algún cantamañanas, de cuyo nombre no logro acordarme, aseguró que con los fondos europeos se produciría la digitalización, transformación y modernización de Canarias. ¡Mándate una papa! Lo único que hemos hecho es engordar la barriga de siempre. Tenemos más empleados públicos. Tenemos más colas en la Sanidad. Tenemos los mismos atascos en las carreteras. Tenemos los mismos viejos tirados en los hospitales porque no hay centros para atender a los mayores. Tenemos más familias esperando una vivienda pública que nadie les ha construido…

Todo eso es culpa de los de antes y de los de ahora. De los de siempre. Culpa de unos partidos que no tienen los bemoles para reformar una administración pública, premiar al que trabaja y darle una patada en culo a los trivagos. Unos partidos que se conforman con poner las nalgas en el poder, darle ocupación a los suyos y vender el humo de cambios que consisten en mover el garbanzo debajo de uno de los siete vasos con forma de isla que forman este maravilloso paraíso que vive hoy de lo mismo que vivía hace cuarenta años. ¡Vaya cambio!

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