Opinión | ARENAS MOVEDIZAS

Javier Lima Estévez

El testimonio de J. M. García Peruyera

José Manuel García Peruyera en 2017.

José Manuel García Peruyera en 2017. / QUIQUE CURBELO

Mis primeras referencias sobre José Manuel García Peruyera se remontan varios años atrás. El 9 de noviembre de 2017 acudí, al igual que más de 150 personas, a la Biblioteca Pública Saulo Torón, en el municipio grancanario de Telde. La Asociación Vecinal Los Llanos de San Gregorio, junto a la colaboración del M.I. Ayuntamiento de Telde habían preparado una charla con un testimonio único respecto a un acontecimiento de la historia del pasado siglo XX. Y allí estaba el protagonista, rodeado por un público compuesto de diversas edades que, en total silencio y atención, escucharon durante más de una hora la voz de un superviviente de los horrores del nazismo. Su vida sería una sucesión de superaciones desde la infancia. El 10 de septiembre de 1936, con apenas 8 años, es testigo del asedio de Oviedo durante la etapa de la Guerra Civil y de la tragedia en los sótanos de la casa de Chorín, lugar en el que vivía junto a su madre, sus abuelos, dos tías y dos hermanos pequeños gemelos. Las sirenas habían anunciado, como en otras ocasiones, la llegada de bombas. José Manuel, por petición de su madre, se desplaza hasta una farmacia para comprar papilla con la que alimentar a los hermanos menores que contaban con cuatro años de edad. Es entonces cuando las bombas se cuelan por el patio de luz del inmueble y pierde tras ello a todos sus seres queridos. En soledad, sacando un valor y coraje indescriptible, sigue adelante en la vida. Forma parte de esos niños de la guerra que se ven obligados a salir de su país natal ante un futuro que, en cualquier caso, resultaba incierto. En Francia reside un tiempo. Desde allí es llevado hasta Alemania. En 1941, fecha imborrable en su memoria, ingresa en un campo de concentración. A partir de entonces va a dejar de tener un nombre para pasar a ser un número. En su antebrazo izquierdo es tatuado con el 15919S. Es muy joven y como tantos otros de su edad es obligado a trabajar en inagotables jornadas. La muerte y la vida convivían en un mismo espacio, sucediéndose los días en actividades como la recuperación de joyas de los cuerpos. Narraba que los nazis sabían que los que allí entraban guardaban joyas en sus prendas o como parte de implantes dentales. A la narración de su experiencia vital le seguiría un debate marcado por múltiples cuestiones asociadas a todo lo que eso llegaría a suponer. Conscientes del incalculable valor de su testimonio y de la necesidad de llevar el mensaje también a los centros educativos, nos sumamos a experiencias previas en las que Peruyera ya había realizado charlas y lo acompañamos hasta nuestro IES. Tras contactar con él nos plantearía estar conforme con la idea, generando algunas preguntas previas para marcar un hilo conductor a la actividad. Durante la mañana del 13 de diciembre nos dirigimos en taxi desde Telde a la capital grancanaria, concretamente hasta la Avenida José Mesa y López, para buscar a nuestro protagonista. Acudimos en compañía del profesor especialista en Geografía e Historia, Juan Berriel. Durante el camino fue fluyendo el diálogo y las impresiones. En el centro educativo sería recibido por miembros del equipo directivo y diversos docentes, así como un alumnado que, a lo largo de diferentes sesiones, fue asistiendo ante su relato. Más de 200 alumnos y varios profesores serían conocedores de su experiencia y lo experimentado y vivido en los campos de concentración de Buchenwald y de Mauthausen. Muchos alumnos, especialmente de cursos superiores que ya conocían aspectos de la Segunda Guerra Mundial, formularon diversas cuestiones asociadas a tal periodo al final de cada charla, generándose un intenso y rico debate único por las características del protagonista allí presente. Un unánime aplauso al finalizar el acto, lágrimas y numerosas muestras de agradecimiento cerraron la jornada, realizando los alumnos posteriormente diversas cartas para que Peruyera nunca olvidara el agradecimiento por explicar su experiencia. Todo un ejemplo de superación, y, al mismo tiempo, el testimonio de una época como lección de unos hechos sucedidos en el pasado siglo XX. Gracias por todo, José Manuel García Peruyera. D.E.P.

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