Opinión | CRONICAS DE DON FLORENTINO

Juan Carlos Padilla Estrada

Servicio militar… o civil

José María Aznar e Isabel Díaz Ayuso en un foro organizado por el Instituto Atlántico.

José María Aznar e Isabel Díaz Ayuso en un foro organizado por el Instituto Atlántico.

Esta semana ha sido noticia la programación que ha hecho el gobierno de la formación militar de la heredera al trono. Se ha realizado una cuidadosa planificación en la que se incluye el paso por las tres academias militares, como ya hicieron su padre y su abuelo. Parece lógico, dado el destino futuro de la infanta, que debería llegar a ser jefe de Estado y líder de las fuerzas armadas españolas.

Este asunto ha traído a la actualidad el asunto del servicio militar. Yo lo hice hace muchos años como médico en un regimiento de caballería. Y quizás el mejor recuerdo que guardo de José María Aznar es precisamente la abolición del servicio militar obligatorio en España (año 2001) que ha librado a jóvenes como mis hijos de vivir una etapa como la que yo tuve que padecer, con la sensación de tiempo perdido y entrega de un periodo largo de mi vida a ideales ajenos.

Aquella mili era un vestigio de tiempos pasados; los entonces jóvenes españoles teníamos la sensación de que se nos sustraía más de un año de nuestras vidas para sostener una institución que no nos era propia y, aunque para un minoritario grupo pudiera ser beneficiosa, para la mayoría de nosotros era un doloroso impuesto de tiempo e ilusiones.

Pero dicho esto, el tiempo ha ido modelando a las nuevas generaciones en el descreimiento y el desapego, en el individualismo y la carencia de ideales, o al menos cierta solidaridad hacia los demás.

Muchos países europeos abandonaron el servicio militar obligatorio como nosotros, aunque Albania, Austria, Lituania, Azerbaiyán, Bielorrusia, Chipre, Ucrania, Dinamarca, Suecia, Suiza, Estonia y Grecia lo mantienen.

Ahora algunos están planteando una especie de servicio social, de algunas semanas de duración más próximo a un servicio civil que al militar, con la idea de identificar mejor a los jóvenes con la sociedad, incentivar su participación en lo colectivo e intentar inculcar en ellos unos ciertos códigos de conducta, de respeto y de solidaridad.

Yo creo que sería una buena idea en España realizar unos periodos, que podrían coincidir con las vacaciones de verano, de servicio a la comunidad: ayudar a mantener los bosques, cuidar personas dependientes, vigilancia de fronteras, apoyo a zonas rurales, actividades sanitarias básicas, y quien quiera, también actividades de defensa y carácter militar.

En Estonia, han propuesto hacer el servicio militar entre amigos, formando grupos con compañeros de colegio y haciendo más grato este trance.

Quizá fórmulas imaginativas, como esta, sean las que deberíamos los españoles plantearnos, aunque volcada más al ámbito civil pero sin olvidar que, desde el ataque ruso a Ucrania, no hay país en el mundo en que la paz esté completamente a salvo. Y considerando que los jóvenes necesitan una educación en lo colectivo, en una cierta disciplina, en unos valores que reconozcan como propios o deseables, en el fomento de la solidaridad y la cooperación y en los conceptos reales de sociedad, país o nación, como les queramos llamar.

Quizá así prevengamos espectáculos tan poco edificantes como los que hemos de soportar, con la humillación de nuestros símbolos comunes o las continuas demostraciones de desamor hacia nuestro país, que parecen otorgar carta de naturaleza y distinción a algunos colectivos que la mayoría rechazamos por, precisamente, considerarlos ajenos a nosotros.

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