Opinión

Poemas para un mundo en guerra

Poemas para un mundo en guerra

Poemas para un mundo en guerra

Recientemente tuve la oportunidad de revisionar la maravillosa película El club de los poetas muertos. Su argumento se desarrolla en torno a la prestigiosa academia estadounidense Welton, cuyo lema es «Tradición, honor, disciplina y excelencia». Ambientada a mediados del siglo XX, tan elitista y tradicional institución recibe a un nuevo profesor de literatura llamado John Keating (Robin Williams). Los alumnos esperan a un docente convencional. Sin embargo, en su encuentro inicial, el maestro les pide que salgan de clase y, en medio de un pasillo, recita un poema y les enseña el significado del aforismo latino carpe diem: aprovecha el día.

Y es que, coincidiendo precisamente con el inicio de la primavera, la estación que personifica la juventud, cuando las personas estamos en la flor de la vida, las plantas recuperan sus colores, los pájaros vuelven a escucharse, las jornadas se alargan y el sol brilla con más fuerza, el próximo 21 de marzo se celebra también el Día Mundial de la Poesía a instancias de la UNESCO, con el objetivo de «fomentar el apoyo a los poetas jóvenes, volver al encantamiento de la oralidad y restablecer el diálogo entre la poesía y las demás artes, además de lograr que el arte poético no sea considerado un arte caído en desuso, sino una herramienta que permita a la sociedad reencontrar y afirmar su identidad».

Manifiestan desde la citada Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura que la poesía tiene mil caras y emana siempre de lo más profundo de la cultura de los pueblos. Por ello, sus responsables vienen respaldando el trabajo de los autores, editores y profesores del mundo entero y desean recordar de nuevo su vigor e importancia artística, a fin de promover la lectura y la creación en una de las expresiones artísticas más auténticas y dinámicas de la Humanidad. El mensaje de los poetas, a menudo testigos de excepción de las profundas transformaciones políticas y sociales de la Historia, es imperecedero. Sus textos nos invitan a forjar una paz duradera en las conciencias, a replantearnos la relación del hombre con la naturaleza y a fundar un humanismo que se nutra de la singularidad y, a la vez, de la diversidad de todos los ciudadanos del planeta.

Se trata, no obstante, de una empresa difícil que exige la participación colectiva en escuelas, bibliotecas e instituciones culturales. También es importante comprender los profundos lazos que unen a la poesía con las demás artes, ya que no sirve sólo para comunicar ideas y transmitir sentimientos, sino que, a costa de una labor incesante de la lengua, mantiene vivo el verbo humano y revela siempre el brillo original de la cultura. Así se entiende, pues, que la defensa de la libertad de expresión y de información, por una parte, y la promoción de la poesía, por otra, sean las dos caras de una misma moneda, que no es otra que el mandato al servicio de la paz. Al igual que Jasón apeló a Orfeo para superar los obstáculos que no podían vencerse por la fuerza física o con las armas de guerra, también nosotros seguiremos necesitando de la poesía durante mucho tiempo para construir en la mente de los hombres y las mujeres esa paz tan ansiada.

Volviendo a la conmovedora cinta de Peter Weir, rescato uno de los mensajes más significativos que el docente traslada a sus entregados estudiantes: «No olviden que, a pesar de todo lo que les digan, las palabras y las ideas pueden cambiar el mundo. Les contaré un secreto: no leemos y escribimos poesía porque es bonita. Leemos y escribimos poesía porque pertenecemos a la raza humana y la raza humana está llena de pasión. La Medicina, el Derecho, el Comercio, la Ingeniería, son carreras nobles y necesarias para dignificar la vida humana. Pero la poesía, la belleza, el romanticismo, el amor, son cosas que nos mantienen vivos.» Nada más que añadir.

www.loquemuchospiensanperopocosdicen.blogspot.com

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