Opinión

O sea, que la covid es de laboratorio

Una imagen de varios test de Covid-19.

Una imagen de varios test de Covid-19. / GOBIERNO DE CANARIAS

De los autores de O sea, que la covid viene de China, estrenada con notable retraso, ahora llega la superproducción O sea, que la covid nace en un laboratorio. La trilogía se cerrará con otro título en fase de rodaje, O sea, que la covid no se detiene por la vacuna. Al menos dos de las siete agencias estadounidenses involucradas en la seguridad nacional, con la pujanza del FBI y el Departamento de Energía, sospechan sin certezas que el coronavirus tiene un origen artificial. Las cinco restantes defienden un tránsito a través de animales, pero también con fiabilidad tambaleante.

Las dudas razonables no son un fake, el sambenito adjudicado sin vacilar a quienes discutían las versiones oficiales de la pandemia. El virus sirvió de excusa para la anulación del pensamiento crítico y de la disidencia, la autocensura fue el camino más frecuentado ante la mayor condena al silencio desde los totalitarismos de un siglo atrás. La proximidad de la cuna de Wuhan a un centro de alta tecnología viral ya era sospechosa, y también se habló poco en pandemia del gain of function o mejora funcional, una expresión neutra que oculta el escalofriante aumento artificial del potencial contagioso de un patógeno. Este reforzamiento fue apadrinado por Anthony Fauci, el gigante del Instituto de Salud Nacional estadounidense.

Puede ser casualidad en vez de causalidad, pero los científicos sacaron el genio de la botella, con las mismas repercusiones insospechadas que la suelta de la Inteligencia Artificial. Entre estas hipotéticas consecuencias, desatar una pandemia que diezma la población mundial. Claro que en los laboratorios de alta seguridad no se producen fugas, ni tampoco en las centrales nucleares. Nadie conoce hoy el origen del coronavirus, por lo que tan racional es defender una hipótesis como su contraria, y la mayoría de la población estadounidense se pronuncia a favor de la opción más dramática. Es curioso que la responsabilidad de China arrecie cuando no se presta a colaborar con Occidente en Ucrania, y seguramente se le liberará de toda culpa en cuanto se divorcie de Moscú. A esto se le llama hoy ciencia.

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