Opinión | EL RECORTE

Otro mareo a las pensiones

Diez millones son muchos votantes. Así que pocas bromas. El sistema de pensiones de este país es intocable; una papa caliente que ha ido pasando de mano en mano, como la falsa moneda de la copla política. Solo que había llegado el momento de tomar medidas porque el barco se hunde. Y al final cantó el gallo.

El problema, dicho mal y pronto, es que tenemos demasiadas pensiones y pocos trabajadores para sostenerlas. Que las prestaciones han crecido en la cuantía del IPC y los sueldos son mayormente una mierda. Y que el año pasado el agujero del sistema estaba rozando los treinta mil millones de euros. Un frior. ¿La solución? O se bajan las pensiones o se reducen otros gastos públicos o se ingresa más dinero. Y como lo primero sería como meter el culo en una colmena y lo segundo no son capaces de hacerlo, el Gobierno ha optado por recaudar más.

Primero anuncian las zanahorias. Primas para las pensiones de las mujeres, que disfrutarán de ventajas comparativas con los hombres en las prestaciones económicas, y mejora de las pensiones mínimas. Y después el palo: una subida de las cotizaciones de todos los asalariados para poder tapar el agujero del sistema. Dicho de otra manera, se van a mantener o mejorar las pensiones pero cargándoselo a los salarios.

Para muchos expertos se trata de un tiro en la cabeza del sistema productivo español. La medida incrementará las cargas de las empresas, que tendrán menores incentivos para contratar, ya que les subirán los costos laborales. Pero además recortará el poder adquisitivo de alrededor de tres millones de trabajadores que ganan mejores salarios y no casualmente ocupan los puestos de mayor cualificación, a los que además de pagar más por el IRPF se les va a subir la contribución a la Seguridad Social con una llamada «cuota de solidaridad», que llegará al 6% en unos años. El resto de las cotizaciones que hoy pagan un 0,6% extraordinario subirán progresivamente hasta el 1,2%. Una vuelta de tuerca a la presión fiscal sobre la masa salarial de este país que podría tener imprevisibles efectos sobre el paro. Pero para lo que les queda en el convento…

Claro que no hay más cera que la que arde. Si queremos mantener las pensiones, alguien las tiene que pagar. Los gobiernos no son capaces de apretarse el cinturón y reducir gastos no esenciales. Han inventado nuevos impuestos a los ricos, a los bancos, a los beneficios extraordinarios, a los aviones, a los plásticos… Ya les quedan muy pocos limones que exprimir. Así que a la gran oleada de jubilados que se aproxima los van a mantener los de siempre: empresarios y trabajadores. La película de siempre y con el mismo final.

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