Opinión | A BABOR

Ojo que esto no ha acabado

La realidad confirmó las coñas marineras sobre lo gafe que es el presidente del Gobierno

Ángel Víctor Torres.

Ángel Víctor Torres. / EP

Eno Alaric es un popular tiktoker (¿se escribe así?) al que siguen miles de personas en sus redes sociales porque asegura ser un viajero del tiempo y hace predicciones sobre cosas que luego ocurren (algunas). Este fin de semana ha afirmado que los extraterrestres conquistarán la Tierra y se apoderarán de la raza humana para someterla a perrerías sin cuento. No se trata de un pronóstico lanzado al aire y sin fecha prevista: nuestro viajero en el tiempo, que está de turismo por la tierra actual llegado desde el año 2671, ha desvelado que la catástrofe empezará este mismo 23 de marzo, es decir en de diez días. Los hechos anunciados suponen que apenas una mínima parte de los humanos –unos 8.000, poco menos de la población de La Matanza, por poner un ejemplo– se salvarán gracias a la intervención de otro ejército extraterrestre, éste enemigo del primero, y dirigido por un líder de nombre el Campeón que tuvo que abandonar su planeta también tras ser invadido, y que anda por ahí preservando la carga genética de los lugares que invaden y arrasan los extraterrestres malos. O sea, que no se trata sólo de una invasión al estilo de aquellas en las que era posible algún tipo de convivencia con los extraterrestres invasores, que tenían además la gentileza de hacerse pasar por humanos, para no asustar, supongo. En la tele nos han contado muchas: por ejemplo, aquella de unos tipos que eran igualitos a los humanos, pero incapaces de doblar el dedo meñique (por un defecto de reproducción, supongo) o aquellos otros visitantes que por debajo de su piel humana de señoras estupendísimas eran lagartas que comían ratas. No, esto no va de eso. La que nos va a caer encima no es sólo una invasión y tente tieso de las que estamos más o menos acostumbrados por la literatura ci-fi, el cine y las series, sino una auténtica guerra entre dos naciones extraterrestres, una invasora y otra invadida, que se va a jugar sobre nuestro territorio. Algo así como si Rusia y Ucrania se pelearan a muerte sobre territorio de Moldavia, por ejemplo, que maldita la gracia que le haría a Moldavia.

Yo no suelo creerme las cosas que cuentan los digitales (incluso a veces los digitales de los periódicos serios) en la parte de más abajo, ya saben. Esas noticias que se publican sobre una tesis doctoral escrita por las hermanas Kardasian, o sobre un agujero en la tundra siberiana que derrite el permafrost, o sobre la vaca de dos cabezas o el niño-lobo que aúlla a La Luna y que ha aparecido en Perú. Pero esto de la invasión me tiene como bastante confundido, aún no ha sido oficialmente desmentido por la tele canaria. Por eso no voy a tomarme a coña antes de tiempo las advertencias del tal Alaric, viajero espacio-temporal. Voy a hacer todo lo posible por estar preparado por si vienen. A esperar, que son sólo diez días. A mis años, diez días pasan volando, más rápido que una flecha.

Y no lo hago porque tenga muchas expectativas de salvarme: soy perfectamente consciente de que si los alienígenas buenos hacen una selección de méritos genéticos para preservar la especie, no tengo yo muchas posibilidades de ser elegido. Pero sí tengo curiosidad por las explicaciones presidenciales a esta catástrofe final.

Me imagino a Ricardo Pérez reuniéndose urgentemente con Olivera, con Pardellas y Martín Marrero, para redactar una nota de desmentido: «ante la invasión extraterrestre que no se está produciendo, la Viceconsejería de Comunicación y relaciones con los Medios quiere hacer constar que los rumores que circulan sobre un conflicto interplanetario entre dos especies alienígenas son falsas, y aclarar que son debidas a una campaña de rumores y bulos con origen de momento no identificado, que amplifican y exageran un pequeño y deplorable incidente entre dos grupos de internos del campamento de Las Raíces. Presidencia del Gobierno ha solicitado urgente información sobre la situación actual a la consejera Santana, que será ofrecida por los canales habituales».

En su día me tomé a risa lo de la lluvia de meteoritos que anunciarían el final de la presidencia de Ángel Víctor Torres, hasta que empezaron a caer pedruscos al agua, al este del litoral de la ciudad de Las Palmas. La realidad confirmó las coñas marineras sobre lo gafe que es el presidente del Gobierno, y sobre cómo después de las siete plagas vendría el meteorito. Que vino. Y después del meteorito vino Marco Antonio Navarro Tacoronte. Que eso sí que es una catástrofe marciana. Con patas.

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