Opinión | El pataleo

Gracias, Fernando

Alonso disfrutó y nos hizo disfrutar como en los viejos tiempos, cuando ganaba campeonatos o los peleaba hasta la última curva

Fernando Alonso, con el trofeo en Bahrein.

Fernando Alonso, con el trofeo en Bahrein. / EFE

Cuando Alonso debutó en la Fórmula Uno, en el ya muy lejano 2001, Oscar Piastri, debutante en el Mundial, no había nacido. Es un dato tan demoledor, tan increíble, que parece imposible. Pero lo es. Ayer, un tres de marzo de 2023, veintidós años después de aquel estreno con Minardi, media España, o más, estaba pendiente de la primera carrera del campeonato de un asturiano de 41 años con ganas de más, de mucho más. Ahí estaban los seguidores de toda la vida, los asiduos, los esporádicos y los que no han visto una carrera en su vida. Todos juntos para ver si Fernando cumplía las expectativas creadas. Y vaya si lo hizo. Tercero, podio y felicidad desbordada. Un resultado espectacular. Alonso disfrutó y nos hizo disfrutar como en los viejos tiempos, cuando ganaba campeonatos o los peleaba hasta la última curva. Fernando, recordemos, puso en el mapa la Fórmula Uno en España con los dos mundiales que logró en 2005 y 2006 a los mandos del inolvidable Renault. Antes de aquella hazaña, se trataba un deporte lejano, de acérrimos, en el que solo el duelo Senna-Prost nos resultaba atractivo. Para España, Fernando Alonso es a la Fórmula Uno lo que Severiano Ballesteros al golf, Angel Nieto a las motos, Manolo Santana al tenis, Bahamontes al ciclismo o Paquito Fernández Ochoa al esquí: un pionero.

Más allá de sus éxitos incontestables (dos mundiales de Fórmula Uno, otro de resistencia, ganador en Daytona y Le Mans, participante en el Dakar…), lo que más me impresiona de Alonso es su cultura del esfuerzo, su capacidad de resistencia ante la adversidad, la fortaleza para seguir intentándolo con todas sus fuerzas hasta no poder más. Nunca se ha rendido pese a los males que le han acechado desde que estaba en Ferrari. En la escudería italiana rozó el tercer Mundial con los dedos, pero se le resistió. Luego vino el infierno de McLaren, con imágenes icónicas como aquella sentado en una silla en el circuito, y más tarde el fiasco de Alpine y el famoso plan. Pero de repente, cuando muchos le daban por acabado, cuando se esperaba otro año anodino, Alonso regresa a un podio con un Aston Martin más que solvente y muy competitivo. Es el premio para alguien que siempre ha creído en sí mismo. Y también una lección para todos: el trabajo y la ilusión, al final, suelen tener recompensa.

El Barça se abona al sufrimiento. Qué difícil se le está haciendo a Xavi la ausencia de Pedri, Lewandowski y Dembélé. El equipo parece otro, la brillantez escasea y los partidos se atascan. Aún así, es líder de la Liga y tiene cerca la final de la Copa del Rey.

El Valencia mereció más. Ese penalti al limbo en el minuto 85… Esperemos que el equipo de Baraja no eche de menos ese posible punto. Sigue en descenso y los rivales ganan. Mestalla tiene que ser un fortín hasta final de temporada.

Que vuelva Caparrós. Lo de Sampaoli en el Sevilla es insostenible. La goleada en el Metropolitano, más allá del buen nivel del Atleti, no se puede permitir. El equipo está perdido, no entiende al argentino. El cambio en el banquillo es urgente.

Simeone, historia viva del Atleti. Superar a Luis Aragonés son palabras mayores. Bravo por el Cholo. Su mejor legado sería dejar al equipo en Champions y acabar con una sonrisa. Club y entrenador necesitan un respiro.