Opinión | EL RECORTE

Una moción de censura

En el juicio de dios, a los herejes, brujas y seres endemoniados, se les sumergía en aceite hirviendo o se les llevaba a la hoguera, en la firme convicción de que si acaso eran inocentes y siendo que Dios es un tipo cojonudo, sería incapaz de dejarles morir.

Lo que les está pasando a los socialistas canarios no es igual, aunque lo del aceite hirviendo se parezca. Se enfrentan a una situación diabólica en la que hagan lo que hagan es imposible que salgan con todas las plumas puestas. El debate del Estado de la Nacionalidad Canaria se les ha convertido en una moción de censura sin moción. En un trago de aceite de ricino con diputados fiesteros (aún se desconocen sus nombres), drogas y prostitutas. Un cuadro del Bosco.

Ángel Víctor Torres, que aúna en sí la secretaría general del PSOE y la presidencia del Gobierno, se ha enrocado en un mensaje: los que tenían que dimitir ya han dimitido. Es verdad, con algún matiz. Porque al director general de Agricultura lo cesó él mismo hace algunos meses por «grave pérdida de confianza», que es una cosa que se dice en muy contadas ocasiones cuando se cesa a un colaborador. Y porque ya se habla de muchas piezas separadas nacidas del caso corredor y se especula con otras dimisiones que tuvieron lugar más o menos por las mismas fechas. A veces es peor la especulación que la realidad.

Pero ese no es el asunto. La primera cosecha de escándalos del caso mediador ya se ha recogido en los medios a base de fotos, vídeos, transcripciones y relatos para no dormir sobre comidas, penes mordidos y orgías rebozadas en coca. Eso ya dio de sí lo que tenía que dar. La peor carga de profundidad es la que aún está por llegar. La que explote cuando se empiecen a expurgar las relaciones del diputado socialista, Fuentes Curbelo. Porque era un hombre importante en la estructura del partido en Fuerteventura, porque tuvo responsabilidades en campañas electorales y porque en su entorno de relaciones estrechas hay líderes que pueden salir salpicados.

Entre los responsables socialistas de Madrid hay cabreo por lo mal que se ha llevado el tema en Canarias. Porque nadie lo vio venir. El primer afectado, aunque puede que no sea el único, es Blas Acosta, el líder majorero. En el aparato de Ferraz se han olvidado, de momento, del pequeño detalle de que los tenderetes fueron allí, en Madrid, delante de sus narices y que había ilustrísimos diputados de otras provincias de España. Pero a Pedro Sánchez se le conoce porque es un superviviente capaz de tirar del globo a quien haga falta para mantenerse en el aire. Yo no descartaría, en función de cómo evolucione esto, que empiecen a llover difuntos.

Suscríbete para seguir leyendo