Opinión | Cantina ilegal

Toda una vida

Actuación de la Ni Fú-Ni Fá

Actuación de la Ni Fú-Ni Fá / Andrés Gutiérrez

Ayer le estuve contando a Demetrio El Vieja, el rato tan agradable que pasé el lunes pasado en la entrega de los premios Criticón, donde se entregó el Criticón de Honor a Nicolás Mingorance, uno de los letristas más importantes que ha dado nuestro carnaval y que, aún hoy, sigue escribiendo para la que siempre ha sido su murga: La Fufa.

Sobre las cuatro de la tarde le recogí en su casa. Con estricta puntualidad esperaba en el lugar acordado, con su sombrero habitual y con el bastón en el que apoya sus noventa y cinco carnavales de historia. Charlar con él fue como hablar con un libro de anécdotas y opiniones que me resultaban tan interesantes de escuchar que, por momentos, ejercí un malcriado silencio con la única intención de no interrumpirle. De sus manos, y de su ingenio, salieron auténticas obras de arte que llevaron a la Fufa a lo más alto, en una época en la que la libertad de expresión estaba recogida en el código penal. El doble sentido de sus canciones sorteaba con éxito, una vez si, y otra también, la censura impuesta por la dictadura franquista y protagonizó uno de los momentos más álgidos del pleito insular cuando creó la canción Los huevos de Alacrán, un terremoto que hizo temblar los cimientos del Guimerá. Aunque no comparte la larga duración de las letras actuales, ni los batiburrillos de temas que se llegan a juntar en una misma canción, respeta como el que más al mundo murguero en el que, desde su humildad, se siente solo uno más.

El salón de su casa es un templo de este carnaval que tanto le debe; cuadros, fotos y trofeos, forman una especie de museo en el que afloran los recuerdos de quien ha dedicado a nuestra fiesta, toda una vida.