Opinión

Francisco Estupiñán Bethencourt

La política mendaz

Democracia y sistemas identitarios

Democracia y sistemas identitarios

Nuestra sociedad es consciente de la imperfección de su estructura misma, pues, en palabras de Habermas, es una democracia aclamativa, no deliberativa, más de partidismos que de constructivo diálogo ciudadano.

No obstante, la mayor vulnerabilidad de un sistema democrático se produce cuando se debilita el imperio de la ley, su auténtica alma. Y es lo que ahora mismo sucede, ya sea por mero tacticismo como por simple prevaricación, cuando no por mera corrupción, necrosis todas del tejido moral.

Ejemplos mil en la política nacional, que no valen la pena enumerar por ser sobradamente conocidos y que, incluso, llegan a escandalizar a la sociedad civil. Pero tampoco se libran de estas enfermedades de nuestra democracia otras instituciones, sean autonómicas o locales, en las que tantas situaciones anómalas ocurren y de las que conocemos por el trabajo de los medios de comunicación.

Porque la actividad política es, evidentemente, un refugio en el que, parapetados en el inmenso muro de la burocratización, se pueden obtener variados y pingües beneficios personales, Un gran estímulo para todo tipo de arribismos y oportunismos de tanta gente, incluso de malvivir.

Y no menos importante es reseñar que la infiltración de esta política mendaz alcanza a poderes sobre el papel independientes, como es la Administración de Justicia.

Toda esta situación, que vivimos con especial preocupación en los últimos tiempos, continúa su desenfreno incluso en el presente año, tan importante electoralmente. Y no sé si es mucho esperar que la ciudadanía sea consciente de que la gran virtud de la democracia no es, como muchos dicen, poder elegir a nuestros gobernantes, sino poder quitarlos.

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