Opinión | EL RECORTE

Pufolandia

Coso del Carnaval de Santa Cruz de Tenerife

Coso del Carnaval de Santa Cruz de Tenerife / María Pisaca

Mis amigos me llaman exagerado. Y catastrofista. Me reprochan que siempre veo el vaso medio vacío. Y que el el pesimismo existencial, a la larga, resulta una maleta demasiado pesada para hacer el viaje de la vida. Pero yo me remito a las pruebas: todo lo que puede salir mal en este puñetero planeta plátano acaba saliendo mal. Y gracias a la meritocracia de la democracia, en la vida pública nos sale la incompetencia por las orejas.

Ante la evidencia del desastre, he optado por descojonarme de la vida. España es el único país donde en pleno siglo veintiuno se han fabricado unos trenes que no caben por los túneles de la vía férrea que tendrían que transitar. Es como si le hubieran encargado el asunto al mismo visionario que colocó la pasarela peatonal del puerto de Santa Cruz, en Valleseco, a la altura justa para que se la llevara por delante el primer camión cargado de contenedores que intentó pasar por debajo. O tal vez le encargaron el proyecto al que hizo ese puente que cruza la autopista del Norte, que va de ningún sitio a ninguna parte, y lleva ahí años y años como un monumento a la inutilidad.

Ahora mismo, en Fuerteventura, dos solitarios tipos, como Buch Cassidy y Sundance Kid, Sergio Lloret y Juan Nicolás Cabrera, cabalgan en solitario el peso del Cabildo de la isla. Dos políticos en el gobierno, contra veintiuno en la oposición. La prueba empírica de que es posible gobernar una corporación sin necesidad de nombrar a doscientos consejeros, sus abuelas, sus asesores y sus enchufados. Los partidos políticos están histéricos, pidiendo a gritos que se intervenga para resolver este escándalo. Tienen fundadas razones de supervivencia: ¡que nadie perciba cómo se tima a la gente con tanto cargo y tanta nómina!

Si el Gobierno de Canarias lo llevaran solo dos personas no estarían pasando por el mal trago de estos meses finales de mandato; con un director general bichado y una supuesta red de delincuencia creada a la sombra del poder. Al presidente Torres le crecen los enanos, además de los volcanes. Un diputado socialista que parece el gerente de don Corleone; un director general que le pasa un cargo en el Gobierno canario a su sobrino y una red de venta de favores para conseguir subvenciones en los años en que más pasta pública se ha manejado. Qué cuadro. Después de que el caso mascarillas se perdiera en el congelador de la fiscalía europea –para alivio de quienes estaban sudando tinta china– llega ahora, en el peor momento, una telenovela de prostitutas, de coca y de pasma. O sea, un clásico. El Carnaval en esta tierra dura todo el año. Lo que pasa es que ustedes no se enteran por la sencilla razón de que no son pesimistas.

Suscríbete para seguir leyendo