Opinión | Cantina ilegal

Una actuación entrañable

Un momento de la canción de la risa.

Un momento de la canción de la risa. / MARIA PISACA

Era ya de madrugada cuando, por fin, pude cerrar mi cantina. Una vez acabó la Canción de la Risa, mi negocio se convirtió en una especie de cabalgata por la que desfiló un montón de gente; los que habían concursado, los que fueron a verlos y los que saben que las garbanzas de mi madre, rellenas de conejo en salmorejo, son de doblete de primeros.

Esta noche me espera otra noche loca. El concurso de comparsas de hoy ha conseguido agotar el papel a la venta y eso supone una gran alegría para todos, por un lado, porque nuestros grupos de baile y parranda se verán enormemente arropados y, por otro, porque eso es un síntoma evidente de que ya han recuperado el esplendor de la década de los setenta, y comienzos de los ochenta, cuando disfrutaban de una hegemonía incontestable, arrebatada con posterioridad por el auge popular de las murgas.

Esta noche disfrutaremos del espectáculo de nuestras comparsas en un certamen donde habrá un momento especial protagonizado, fuera de concurso, por Los Valleiros, que nos ofrecerán el trabajo que habían preparado para este año hasta que el destino quiso que Isauro, su alma mater, nos dejara para siempre, una noche, mientras se encontraba inmerso en plenos preparativos. Aún recuerdo mi última conversa con él, por fuera del Teatro Leal en La Laguna, donde me trasladó tantas dificultades administrativas y burocráticas que estaba atravesando su comparsa, como ilusión tenía en volver al concurso a ofrecer un repertorio del que, desde marzo de 2021, ya tenía preparado para el 2022. Los nostálgicos del carnaval, en una noche como la de hoy, volveremos a recordar, entre otros, a Manolo Monzón, Vicente Cruz o Esteban Reyes, y cuando los Valleiros pisen el escenario, también al amigo Isauro, sin duda una actuación entrañable.