Opinión | En el camino de la historia

Los candidatos comienzan a dar la cara

Candidatos canarios del PP en las jornadas de formación,el pasado lunes en la sede de Génova en Madrid. | LP /DLP

Candidatos canarios del PP en las jornadas de formación,el pasado lunes en la sede de Génova en Madrid. | LP /DLP / Flora Marimón

El 28 de mayo nos espera con el esplendor necesario para acoger en la tribuna de la gloria y el poder a aquellos que se han afanado en construir un manifiesto político, bien desde su discurso, sus apretones de manos a quien quiera que encuentren en el camino de la propaganda o sus efusivos abrazos capaz de fracturar a cualquiera esta o aquella costilla.

Ya se están dejando ver, sus voces comienzan a sonar en diferentes ámbitos de comunicación; y sus programas se desarrollan en el escenario de sus organizaciones políticas con la finalidad que sepan de lo que son capaces y que cuando enfatizan una proclama la cumplen si llegan al poder y si se quedan en la oposición esta será, como se dice siempre, muy leal .

La fiesta de las preelecciones es una de las más fácilonas y menos comprometidas de todos los que disfrutan de su ambiente para aposentarse en ayuntamientos, cabildos o gobiernos autónomos. Comunican con insistencia que van enderezar aquello que está torcido y los entuertos que los anteriores han dejado escorados y que no han sido capaces de dar cumplimiento y que se convirtieron en aguas de borrajas .

Pero lo más kafkiano de la cuestión es que muchos de los que así pregonan son los que dejaron la misma herencia de sus fallidas decisiones a los anteriores como si entre unos y otros hayan hecho de la acción política un continuum que se ha tronchado por el camino y que de acción solo conserva la intención.

Y ante este espectáculo que se va a desarrollar con el mejor énfasis que se pueda implicar, el que va a depositar el voto se puede sentir perplejo ante discursos que está cansado de oír y promesas que pensaba iban a solucionar las carencias que prometían cumplir y que al ver que continúan en la misma tesitura pudiera ser que se queden en casa, que no hagan caso a todo ese entusiasmo que los políticos despliegan cuando están con su grupo o cuando se emocionan en las tribunas mitineras confundiendo su entusiasmo con la clara decisión de poder verificar que lo que dicen lo vayan a cumplir.

En realidad no descubrimos nada nuevo; es el eterno canto de la política que no ha menguado su son aunque la letra si que se va quedando empalidecida y muy lejos de la realidad, como si se quisiera escribir un libro con páginas plagadas de sabiduría y proyectos, quedándose en un simple papel mojado que ni siquiera sirve para acompañar la soledad de su fracaso y poder secarse las lágrimas que el disgusto de no llegar se derraman en pleno soliloquio.

Y todo esto del espectáculo de la política, sobre todo, en épocas que se avecinan, las preelectorales , que tienen su enjundia, que definen las estrategias y afinan las novedades tecnológicas para llegar a allanar el camino hacia el poder, me hace recordar una frase de Italo Calvino, "se debe conocer al autor por sus obras, la persona no tiene nada que añadir, ni siquiera debiera salir en la fotografía". De ahí que la nueva política debiera caminar por ese sendero, dejar atrás las frases hechas, las promesas que se han hecho viejas con ellos, los discursos romos, inconsecuentes que se van moviendo hacia la carcajada; la nueva política debe comunicar y ensanchar menos el pecho y entender de una vez, aunque les cueste, que no por su fotografía por muy retocada que esté define lo que esta intenta manifestar ya que es la credibilidad consolidada si es que repite mandatos anteriores la mejor foto panorámica de sus capacidades, y si por el contrario arrumban por vez primera a las prebendas del poder que huyan del espejismo de una gloria que podrá o no alcanzarse.

Ya que el espejismo arroja importantes dudas sobre la naturaleza del obrar humano que motiva que las falsas situaciones hasta personales hacen que la democracia pueda tambalearse por la ausencia de miles y miles de personas que puedan alejarse de las urnas que son las que con su voto sostienen el sistema.

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