Opinión

Buscar excusas para hablar de Vox

El presidente de Vox, Santiago Abascal.

El presidente de Vox, Santiago Abascal. / A. Pérez Meca - Europa Press

Este artículo no contiene análisis, diagnóstico ni pronóstico, solo una perplejidad. Por qué se habla tanto de Vox, y sobre todo en los medios alejados del partido de ultraderecha moderada. Una revisión superficial llevada a cabo ayer mismo demuestra que, conforme una cabecera se aleja de los supuestos de la derecha radical, con mayor frecuencia y contumacia presenta piezas que contienen las letras V-O-X, por este orden. Dado el ánimo pedagógico que embarga al progresismo en su conjunto, esta benemérita corriente embozará su obsesión en la imprescindible señal de alarma a la ciudadanía, siempre proclive a maniatarse a partidos maléficos. Sin embargo, no cabe descartar que la proliferación obedezca a una fascinación enfermiza.

Según los cánones de la era de internet, se busca cualquier excusa para hablar de Vox y llevarlo a los titulares porque vende más que los restantes partidos. La presión es agobiante, ha llegado a la mitad de informaciones en portada por pretendidamente censorio que sea el abordaje del extremo del espectro. Con independencia de la orientación, el partido de Abascal ha reemplazado a Podemos como la diana inevitable de sus enemigos. En el caso de Pablo Iglesias, la campaña funcionó y sirvió para circunscribirlo a un papel secundario. Sin embargo, la formación ultraespañola ya alcanzó su cénit con los escalofriantes 52 diputados actuales, que no mejorará según ninguna encuesta. Por tanto, el esfuerzo preventivo es baldío.

Vox ofrece una trepidación suplementaria que conlleva la adicción de sus enemigos. Incluso se emplea al PP, en teoría mayoritario a la derecha, como simple coartada para concentrarse en sus vecinos. En la consideración de los populares como una formación subsidiaria tiene algo que ver la figura hierática de Núñez Feijóo, que se comporta como el Ratzinger del conservadurismo español. Gélido y distanciado de la política, el teórico líder de la oposición solo muerde por encargo, delega el protagonismo en los extremistas. Y en efecto, este artículo peca de la atracción por Vox que denuncia, aunque al menos se confiesa culpable.

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