Opinión

Gerardo Castillo Ceballos

¿Quién cuida a quienes curan?

¿Quién cuida a quienes curan?

¿Quién cuida a quienes curan?

Los profesionales sanitarios están expuestos actualmente al deterioro de su salud mental debido a varias circunstancias: la estrecha relación con pacientes contagiados del covid-19, la falta tiempo para las consultas personalizadas, el temor a defraudar a enfermos que lo esperan todo de ellos, la incomprensión de pacientes que les atribuyen deficiencias ajenas a sus atribuciones; la incoherencia de personas que les aplauden desde los balcones, pero les rehúyen como vecinos peligrosos.

Detrás de esta problemática está la escasez de medios y recursos para realizar su trabajo, tal como lo refleja una noticia de prensa muy reciente: «El gobierno sigue incumpliendo su promesa; el gasto en Sanidad y Educación se reduce por segundo año consecutivo». Bastaría suprimir otros gastos del Gobierno, como el propio Ministerio de Igualdad, para acabar con los recortes de sanidad.

Esos factores se originaron durante la pandemia del covid-19, pero aún están vigentes. Aunque han remitido mucho los contagios gracias a las sucesivas vacunas, no han desaparecido del todo. El trabajo de los sanitarios (médicos enfermeras y personal auxiliar) sigue siendo física y psíquicamente agotador y estresante, ocasionando problemas conductuales como burnout, ansiedad y depresión. El burnout (síndrome del trabajador quemado) es un término acuñado por el psiquiatra americano Herbert Freudenberger en 1974, para expresar las vivencias que tiene un profesional cuando advierte que las metas fijadas son imposibles de alcanzar; se produce una diferencia de expectativas entre el ideal que se tenía cómo profesional y lo que ocurre en realidad.

A pesar de sentirse estresados, muchos renuncian a la jubilación anticipada, quizá porque piensan que les estresaría aún más abandonar a su suerte a sus pacientes, debido a la progresiva reducción de las plantillas de personal sanitario. Les retiene la fidelidad a su vocación profesional y los valores éticos del compromiso hipocrático, entre ellos estos tres: «Consagraré mi vida al servicio de la humanidad; guardaré el máximo respeto a la vida y dignidad humana; si llegado el día en que mis conocimientos o facultades físicas o sensoriales no fueran las idóneas para el ejercicio profesional no lo abandonaré voluntariamente».

En una sociedad con crisis de valores, en la que prima el utilitarismo y el individualismo, el comportamiento ejemplar de los profesionales sanitarios en situaciones límite nos interpela y nos ayuda a recuperar la fe en el ser humano. Nos habla de sacrificio y de generosidad, hasta el punto de arriesgar la propia vida para salvar la de los demás. «Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos» (Jn 15, 9-17). Los sanitarios son los héroes de nuestro tiempo. Merecen lo que pocas veces reciben: reconocimiento, gratitud y colaboración por parte de todos.

José A. Flórez Lozano, experto en Ciencias de la Conducta, ha alertado sobre el problema de salud mental de los actuales profesionales sanitarios que se siguen enfrentando a estresores laborales tales como jornadas laborales prolongadas, sobrecarga de trabajo y medicina al límite. No es extraño, por lo tanto, la presencia de diferentes síntomas de malestar psíquico. Por su parte, el Dr. Serafín Romero Agüit, presidente de la Organización Médica Colegial de España, pronunció una conferencia sobre El enfermar del médico: ¿cómo prevenir y abordar entre pares?. En ella explicó que la mayoría tiene miedo a la enfermedad, debido a que a diario conviven con ella. Añadió que la salud mental de los médicos está en un momento crítico.

Es necesario cuidar a quienes nos curan, proporcionándoles la ayuda psicológica propia de relaciones humanas cálidas. Que sientan la empatía, comprensión y solidaridad tanto de sus colegas como de sus pacientes. Coincido con la psiquiatra Rosa G. Esteban en que es urgente un mayor apoyo de los responsables políticos y médicos sobre las variables institucionales que generan ansiedad al médico. Esto incluye propiciar la participación de los profesionales de los Centros de Salud en la toma de decisiones y concederles más tiempo para el trato personal con los enfermos. La ley marco de prevenciones laborales del 95 contemplaba ya, de algún modo esa necesidad.

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