Opinión

Mensajes navideños presidenciales

La presidenta de la comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso.

La presidenta de la comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. / Gustavo Valiente - Europa Press

Unos posan en aeropuertos, otros en almazaras, algunos en palacios y no faltan los que eligen un vergel. Mensajes navideños de líderes autonómicos. Bueno, y municipales. Este año la moda podría ser estar de pie. No como el Rey, que aparece sentado. Los Bardón, Rueda, Moreno, López Mirás, Ayuso, etc. se cuelan en nuestra Nochevieja con nocturnidad y televisión para expresar sus buenos deseos para el año que entra. Y alabar su propia gestión. Hay quien los oye como quien oye a un predicador, otros se embelesan como feligreses ante su obispo, los más los miran indiferentes (o como se mira al maitre cuando uno ya está en el postre) con el mando en una mano y una cañita o un cava en la otra. En estos mensajes siempre se subraya la fortaleza del territorio gobernado. Las presidentas y presidentas patrios son muy de subrayar. Le das la mano y subrayan lo que se alegran de verte. Viene el covid y subrayan que hay que tomar medidas preventivas. Les dices que la sanidad va fatal y subrayan el esfuerzo que están haciendo, que uno no sabe cómo son capaces de sonreír siendo el esfuerzo tan tremendo. Un esfuerzo que debería tenerlos con el rictus del que tiene urgencia por ir al baño y no con esa sonrisa como de hombre maduro al que le han dicho que está más delgado.

Los alcaldes se han sumado a la moda, algunos alcaldes, desde hace tiempo ya. Los munícipes por antonomasia también tienen sus televisiones y su corazoncito y sus ciudades y aspiraciones y consideran que sería una lástima que sus convecinos quedaran solo alimentados por las palabras de monarcas, presidentes del Gobierno y líderes autonómicos. Por eso nos lanzan un catálogo de logros que ni Juan Sebastián Elcano. Eso y alguna regañina. Los mensajes navideños de los políticos son ya parte de estas fiestas, siendo una noble tradición ya también putearlos en el Twitter. Salvo los chupagambas, tiralevitas, pelotas o autores del discurso, claro, que obviamente han de poner en alta estima la calidad y hondura, incluso perspicacia e inteligencia de las palabras dichas. Unos dicen felices fiestas y otros feliz Navidad. Lo de tildar de «próspero» al año entrante va quedando en desuso, una pena, próspero es una palabra próspera, entrañable, bellamente esdrújula. Aunque no estarían mal las intenciones llanas.

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