Opinión

El coste increíble de una guerra cruel e insensata que estamos financiando

Estados Unidos proporcionará a Ucrania nuevo material bélico.

Estados Unidos proporcionará a Ucrania nuevo material bélico.

Un día de guerra en Ucrania cuesta tanto como costaba a EEUU y sus aliados un mes de esfuerzo bélico en Afganistán, según reconocía recientemente el diario norteamericano The New York Times.

Los nueve meses de guerra han llevado al límite los esfuerzos militares de Occidente ya que Rusia y Ucrania utilizan en ella armas y municiones a un ritmo nunca visto desde la Segunda Guerra Mundial.

Los países de la OTAN han enviado ya a Ucrania armas por valor de 40.000 millones de dólares, lo que, según algunas fuentes, equivale a cerca del presupuesto anual de defensa de Taiwán, la isla que reclama Pekín como parte de su territorio nacional y que podría ser centro de un próximo conflicto.

Pero después de haber suministrado ya armamento a Ucrania por un valor superior a los 40.000 millones de dólares, hay quien teme que no se pueda continuar ayudando militarmente a ese país al ritmo actual.

Así, según el diario británico Financial Times, EEUU ha enviado ya a Ucrania cerca de un tercio de sus misiles antitanque Javelin y otro tanto de sus misiles antiaéreos Stinger.

Y, como reconocen fuentes del Pentágono, puede ser difícil reemplazar ese material a la velocidad que parece requerir ese conflicto.

A su vez, Gran Bretaña, junto a EEUU el país que más ayuda militar está prestando a Ucrania, se ha visto obligada a recurrir a terceros, a los que no ha querido identificar, para reponer sus existencias de misiles.

Muchos países europeos tienen similares dificultades, según el citado diario, debido a que desde el final de la Guerra Fría optaron en muchos casos por el tipo de producción que llaman en inglés just in time (justo a tiempo): es decir conforme lo requieren las circunstancias.

Y es que para la guerra antiterrorista en la que estuvo sobre todo ocupado Occidente durante los pasados años no hacían falta armas pesadas como las que se requieren para una guerra de alta intensidad como la de Ucrania.

Al ritmo actual de consumo de munición de artillería, reconoce el citado diario de Londres, las existencias británicas de ese tipo de material no durarían más de una semana, y algo parecido les ocurre a los aliados.

Hay un problema adicional y es el que tiene que ver con las garantías que exigen los fabricantes a la hora de firmar contratos de armamento con los gobiernos.

Quieren saber, por ejemplo, si Rusia seguirá siendo una amenaza para Occidente dentro de cinco años, o lo que es lo mismo aunque parezca cínico, están interesados en que la guerra de Ucrania dure el mayor tiempo posible para comprometerse.

Su preocupación, según reconocen, es que acepten ampliar la producción para encontrarse luego con que los gobiernos incumplen o recortan sus contratos si la guerra acaba antes de lo inicialmente previsto.

En cualquier caso, muchas fábricas de material bélico están ya trabajando a plena capacidad y con turnos que se suceden las veinticuatro horas del día.

Pero si los países occidentales tienen dificultades para reponer armas y municiones, algo parecido parece que le ocurre a Rusia, que, pese a haberse embarcado en una especie de economía de guerra, ha tenido que acudir a Irán y Corea del Norte para mantener su esfuerzo bélico.

La guerra de Ucrania es un desastre para todos y, sin embargo, ni unos ni otros parecen dispuestos a pararla.

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