Opinión

Predicar y dar trigo

Las últimas lluvias me obligan a rasguñar estas líneas sobre el incendio del pasado verano en Tenerife y los entornos de este, ya que con el campo seco no me pareció prudente analizar el tema. El incendio se produjo en una zona conflictiva en la historia de Canarias y ya en mi etapa como consejero de Medio Ambiente del Cabildo de Tenerife sufrí y viví hasta tres conatos al día. El papel de los pirómanos y el entorno da para escribir un libro, aunque casi es mejor no darles más protagonismo. Se trata de un entorno agroambiental de los más dinámicos de Canarias donde aún se cultivan trigo, papas bonitas y chochos, pero hay terrenos –antaño cultivados– que ahora están ocupados por maleza. En estos momentos no hay un planteamiento por la Administración que obligue una gestión del terreno a sus propietarios o que la propia Administración se encargue de gestionarlo ante el peligro del fuego. Tenemos ejemplos de libro de zonas pobladas en las que hubo que desalojar a la gente al estar rodeadas de maleza, mientras que las fincas cultivadas frenaron el fuego, como ocurrió en los altos de San Juan de la Rambla. Allí, la mayor finca de trigo de la zona impidió la propagación del fuego hacia esa zona y La Guancha.

Estas líneas lamentan dos cosas. Por un lado, los responsables políticos y los técnicos no parece que estén convencidos de lo que podemos hacer en la gestión agroambiental. Hay que contar en la gestión del territorio con los agricultores y los ganaderos, un tema del que no oímos hablar en Tenerife y La Palma. Las crónicas del fuego se asocian a las máquinas –helicópteros e hidroaviones– y a los bomberos, pero no se habla de los campesinos. Por otra parte, Agate (Asociación de Ganaderos de Tenerife) ha solicitado pastar en la zona, pero no le han dado permiso y a los agricultores de trigo de varias fincas tampoco les dan tierras para cultivar ni el arriendo para labrar.

Es decir, la Administración ambiental no toma medidas para que no se incrementen las tierras balutas sin gestión. Y tampoco a los responsables de la agricultura parece importarles el tema. Dan premios de gofios del país –fotos y redes sociales–, pero no hacen un seguimiento para que nuestros agricultores tengan unos ingresos dignos que cubran, como mínimo, los costes, o no se interesan si tienen el trigo sin vender.

Hemos de destacar que en Tenerife tenemos la mayor superficie cultivada de trigo de Canarias, de tal manera que este año, ante las lluvias de septiembre, unos agricultores majoreros los sembraron, llevando unas gavias y el trigo y la simiente de aquí y de La Laguna. Hace unos años el Cabildo compró una segadora para apoyar el cultivo del cereal y leguminosas dado el interés económico social del trigo, los chochos y las papas bonitas. Eso generó una estabilidad socioambiental de la zona con vínculos con la Cooperativa La Candelaria y Pedro Molina (DEP), ya que entendimos que la rotación de los cultivos del cereal, las papas y leguminosas era algo básico para luchar contra la polilla guatemalteca en las papas y mantener la fertilidad del terreno. El atendimiento de los suelos agrícolas, la retirada de la maleza, la labranza, los cuidados del paisaje y el acceso a cortafuegos para la prevención de incendios requiere recursos que no los pueden poner los agricultores. Los responsables ambientales y agrarios han de poner recursos públicos para sostener estas actividades. Hemos de fomentar el consumo local y demandar productos de la tierra y no es entendible que en estos momentos tengamos problemas para vender 100 tm3 de trigo porque lo quieren al precio internacional de 0,40 a 0,60 € el kilo. Aquí y ahora no se puede producir por menos de 1 € el kilo.

El medioambiente requiere otra política agroambiental que favorezca la actividad agroganadera, en la que los campesinos cultiven y tengan ganado. Esto supone, a su vez, una labor imprescindible para prevenir los incendios forestales. Los políticos tienen que entender que la lucha contra el fuego requiere campesinos y que la administración de los espacios protegidos tiene que ser una aliada de la agricultura y la ganadería.

El marco local social y ambiental y el plano internacional nos imponen una revalorización de los alimentos de la proximidad entre territorio y población. El transporte, la distancia, los combustibles nos lo imponen. No es entendible ni defendible que los responsables ambientales estén pendientes de construir bases de hidroaviones en Canarias y no sean capaces de establecer un marco legal que obligue a la retirada de combustible de las tierras de antaño cultivadas y hoy ahogadas por la maleza. Hemos de contar con los ganaderos y los agricultores para hacer este Archipiélago más vivible. Parece razonable que hagamos menos alegatos del cambio climático y de la huella de carbono y pongamos más recursos humanos en las actividades agroforestales.

Creo que en estos tiempos sobran predicadores ambientales y faltan planteamientos claros y comprometidos con el medio ambiente. Menos declaraciones ambientales, y más compromiso con hechos solidarios, con el trabajo y con el medioambiente. Con trabajo y respeto podemos producir un alto porcentaje de la demanda de alimentos que consumimos a diario. Con eso conseguiremos reducir la dependencia del exterior y prevenir los incendios forestales, haciendo las islas más sostenibles desde todos los puntos de vista. Así que menos predicar y más cosechar trigo, que nos irá a todos mejor.

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