Opinión | ENTRE ACORDES Y CADENAS

Un euro por tu intimidad

Archivo - FILED - 04 July 2011, Baden-Wuerttemberg, Karlsruhe: Euro coins lie on a Euro flag.

Archivo - FILED - 04 July 2011, Baden-Wuerttemberg, Karlsruhe: Euro coins lie on a Euro flag. / picture alliance / Uli Deck/dpa - Archivo

Ganar dinero nunca había sido tan fácil. Hasta hace poco tiempo tenías que preocuparte de programar el despertador y levantarte de la cama para acudir al trabajo. Allí, tras unas horas de esfuerzo, físico o mental, contemplabas la caída del sol desde tu ventana y esperabas impaciente a que llegase la hora de volver a casa.

Esto, sin embargo, ya forma parte del pasado. Y es que, en pleno siglo XXI, existen otras muchas formas de incrementar las cifras de tu cuenta bancaria. Algunas están reservadas a unos pocos, pero otras se encuentran al alcance de cualquiera que posea un Smartphone.

Juan, por ejemplo. Hace unos meses perdió su empleo de reponedor en un supermercado. Mala praxis, alegaron los dueños. Y aunque, tras este terrible revés en su prometedora carrera, intentó seguir los pasos de otros intelectuales de idéntico perfil, no tuvo suerte en su pretensión de formar parte de las listas electorales de su partido político y, por tanto, no pudo ocupar ningún asiento en el Congreso de los Diputados ni entablar ninguna relación sentimental con una simpática chica del norte. Otra vez será, tal vez en las próximas elecciones, le dijeron. De modo que decidió empezar de nuevo a buscar trabajo.

Tampoco tuvo suerte. Pero una mañana, mientras revisaba discreto su cuenta de Instagram, le saltó un anuncio que le cambió la vida. «Gane dinero por caminar por su ciudad. Diga adiós a la vida sedentaria. Descargue ahora mismo WeWard». No pudo resistirse e hizo click en el banner. A los pocos segundos ya tenía instalada la aplicación.

Usarla en facilísimo. Has de crearte una cuenta, seleccionar el país por el que vas a caminar e introducir tus datos personales, tu correo electrónico, tu teléfono y, por supuesto, activar tu ubicación, para que los dueños de WeWard y, a partir de ese momento, también tus dueños, sepan cuánto has andado, por qué calles lo has hecho, a qué comercios has entrado, dónde tomas café, cuánto tiempo tardas en disolver el azucarillo e ingerir tu bebida, dónde sueles comer, dónde trabajas, a qué colegio van tus hijos y, sumando todos estos datos y muchos más, cuáles son tus gustos y, en consecuencia, que deberían ofrecerte para que decidas comprar y les abras tu cartera. Algo que, para más inri, ya habrás hecho al introducir tu número de cuenta para que te transfieran el dinero que te pagarán por convertirte en su esclavo, eternamente vigilado.

Al abrirte esta aplicación, además, has de aceptar sus condiciones de uso, a las cuales quedarás sometido por mucho que la empresa decida cambiarlas a su absoluta discreción (Artículo 1.2: «Weward se reserva el derecho, a su entera discreción, de modificar o sustituir, total o parcialmente, estas condiciones de uso»). Y, por supuesto, aunque el cachondeo sea la nota esencial que caracteriza dicho texto (Artículo 2.1: «La aplicación es un servicio para valorar el esfuerzo diario y premiar las actividades físicas y deportivas, como por ejemplo caminar»), a tus dueños no les importas ni lo más mínimo, no les preocupa tu salud ni tus problemas, puedes desaparecer mañana y les daría igual. Lo único que les importa son los datos, tus datos personales, de los cuales sacarán tajada a tu costa, pues los cederán también a su discreción a quienes, de forma genérica, denominan «sus socios» (Artículo 7: «El uso de la aplicación y la prestación del servicio ofrecido implican el tratamiento por parte de la empresa y, en su caso, de sus socios, de los datos personales del usuario»).

Ahora bien, no esperes que el dinero que te paguen sea una gran cantidad. Ni te harás millonario ni podrás comprarte una bonita casa con vistas al mar. Como mucho, te dará para un bocadillo de chóped y una coca cola diaria. El precio de tu libertad, de tu humanidad. Comprado y vendido a cambio de un producto cárnico de forma cilíndrica y una lata de refresco de 33 centilitros.

En unas declaraciones recientes, los creadores de la aplicación, siguiendo su tónica humorística habitual, dijeron que, a través de la motivación a caminar todos los días “actuamos a favor del bienestar, el dinamismo local y contra la contaminación”. Preciosas palabras que nos ponen a todos en pie y nos empujan a aplaudir por el buen corazón que tienen aquellos que, día sí y día también, inventan nuevas formas de deshumanizarnos y convertirnos en un conjunto de datos de los cuales sacar beneficio económico. Pero como hablan de la contaminación y, por ende, del cambio climático, y, además, nos pagan por salvar el mundo, cualquier sacrificio que hagamos en pos de esta noble causa debe ser celebrado. Renunciemos, pues, a nosotros mismos con una sonrisa de oreja a oreja.

Aunque antes de firmar, para todo aquel que aún recuerde el olor de un libro, lean ustedes siempre los términos y condiciones.

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