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José María Lizundia

FIFA, corrupción, apartheid catarí y ¿cuál opresión?

Balón del Mundial de Catar Joaquin Corchero / AFP7 / Europa Press

No soy muy seguidor del futbol, pero lo suficiente para saber de la desbordante corrupción de la FIFA y sucursales que impera. Sí ignoraba que el presidente de la FIFA, Infantino, es dado a muy limitados ejercicios físicos como reverencias, genuflexiones, puesta de rodillas ante quienes dominan la banca, otorgan prebendas y aseguran recompensas. Que ocurre en un área geográfica que comparte una estructura económica, social, política y jurídica de apartheid clásico. Con una pavorosa discriminación racial. Los emires del Golfo respetan a los occidentales de quienes se sienten víctimas, como no podía faltar (llorosos), pero a los de color más cetrino y asiáticos los confinan en campos de barracones, entre jornadas laborales de fuego. Agravados por el nulo respeto a la dignidad y propia vida humana, que recuerda al régimen de esclavitud de las obras faraónicas (no occidentales). He buscado al presidente de la FIFA y es suizo italiano de padres italianos y encantado de poder ser suizo (y neutral), y así devenir tan puro como la Guardia Suiza y la Cruz Roja. Suiza es muy occidental, pero por inhibición, se ausentó de las guerras mundiales, de la Unión Europea, de la OTAN, de todo lo que suponga riesgo, compromiso y solidaridad. Desde esa falta de compromiso absoluto, el ser solo suizo y nada más permite ser todo a la vez: gay, emigrante, africano, árabe, cuando todo equivale exactamente a nada. Salvo occidental; conforme al modelo posmoderno actual, seducido por las apariencias, hipocresía, palabrería, banalidad. En lo que Suiza demostró una gran integración europea fue con las guerras de religión, con una contribución neta: las doctrinas de Calvino y Zwinglio, dos profetas de la intransigencia que posteriormente sus seguidores atemperaron.

Infantino también dijo que occidente debía pedir perdón por 3.000 años de opresión. Como con esa datación digna del carbono-14 no puede entrar el colonialismo como modo de producción histórico, muy posterior, el comisionista suizo ha de referirse a imperios y expansiones transfronterizas. Hay que tener una visión radicalmente eurocéntrica, racista y excluyente de ignorar la existencia de los otros. Muy zoquete, olvidó al imperio mongol, las dinastías chinas Qing y Yuana, los califatos Omeya y Abasí, los imperios mesopotámicos: sumerio, persa, medos; imperios egipcio, indio; Imperio Otomano, el azteca, por hacer un sumarísimo apunte.

Los odiados occidentales explotadores de ahora son Catar y sus vecinos del Golfo, con una sola diferencia, que no van a tierras extrañas, sino que a su población se la lleva a sus propios centros de explotación, sin que se pueda derivar una sola mejora o herencia para sus territorios de origen. El efecto indirecto que el colonialismo histórico occidental procuró.

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