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Palabras gruesas

Politizar la política

Manifestación en Madrid en defensa de la sanidad pública.

Tras la gigantesca manifestación que tuvo lugar en Madrid en defensa de la sanidad pública y rechazando la política de recortes y caos que protagoniza el gobierno del Partido Popular en esta comunidad, cualquier dirigente mínimamente sensato, con un poco de sentido común, hubiera salido a la palestra rechazando las movilizaciones si quiere, pero declarando que trabajarían por mejorar e impulsar lo que tantos manifestantes reclamaban, reduciendo así el evidente malestar. También podrían haber inundado con datos, cifras y estadísticas sus comparecencias para tratar de demostrar el trabajo que se lleva a cabo, aunque los hubieran tenido que retorcer hasta la extenuación. Pero nada de esto sucedió, una vez más, en ese paraíso del trumpismo castizo en el que se ha convertido Madrid.

A pesar del intento de silenciar y callar el eco de la manifestación en todos los medios y por todos los medios desde el Gobierno autonómico y municipal del PP, con órdenes vergonzantes de ocultar la movilización en Telemadrid, apagando las cámaras de tráfico de la ciudad para que no hubiera imágenes y hasta prohibiendo acceder a los periodistas gráficos a la azotea pública del Ayuntamiento de Madrid para evitar tomar fotografías, las imágenes de una de las movilizaciones más importantes en el paseo de la Castellana y la plaza de Cibeles circularon por todo el mundo, demostrando el grado de rechazo que la política sanitaria de Isabel Díaz Ayuso está cosechando entre los madrileños.

La sanidad pública ha sido uno de los valores compartidos con orgullo por toda la sociedad durante décadas, en todos los territorios, siendo una política prioritaria impulsada, con todas las diferencias que queramos, por los distintos gobiernos que se han ido sucediendo. Pero en Madrid lleva tiempo siendo erosionada, viviendo en estos momentos un proceso de descomposición y caos generalizado que está siendo duramente contestado por sus profesionales, dificultando el acceso a amplios sectores sociales. El resultado es el continuo aumento de recursos hacia la sanidad privada en Madrid, que recibe el 30% del presupuesto sanitario público y un crecimiento continuado de los seguros privados como alternativa para aquellos que pueden pagarlos. De hecho, Madrid es la comunidad con mayor volumen de seguros privados, con cuatro de cada diez madrileños asegurados y un crecimiento espectacular e imparable de nuevas pólizas de cerca de 200.000 cada año. Todo ello en la región con los ratios más bajos de gasto y asistencia sanitaria de toda España. Más claro, agua.

Pero la respuesta de Díaz Ayuso a este enorme clamor ha certificado el grado de desprecio hacia las preocupaciones de la sociedad, junto a las pulsiones enfermizas de una gobernante que considera que no tiene límites. Por un lado, declaró que esa manifestación no fue un ejercicio de libertad. Ya sabemos que su concepto de libertad se refiere a tomar cervezas en las terrazas y permitir que sus amigos cayetanos puedan manifestarse durante los confinamientos y estados de alarma contra el Gobierno por las calles del barrio de Salamanca, como defendió en su día. Por si fuera poco, además, explicó que los manifestantes eran un grupo de vagos y rojos que querían cambiar el gobierno e instaurar una república, sin olvidar mencionar a ETA y los independentistas, claro. Pero no contenta con ese ejercicio de delirio trumpista, añadió que «no se puede politizar la manifestación», algo secundado después por otros dirigentes populares.

El discurso antipolítico de una responsable política como Díaz Ayuso bebe del franquismo más cutre, en línea con la famosa frase de Franco, cuando recomendó al director del diario Arriba: «Haga usted como yo, no se meta en política», para subrayar que su gobierno autoritario estaba por encima de la política porque era fruto de un mandato divino ante el que no cabía ninguna alternativa. Y quien crea que llamar franquista a Ayuso es una exageración, ahí la tienen, a los pocos días de la manifestación preocupada, no por mejorar la sanidad, contener el reguero de huelgas entre los profesionales o dotar de médicos y recursos los numerosos consultorios cerrados en toda la comunidad, sino entretenida en buscar cómo proteger la cruz y el conjunto monumental del Valle de los Caídos que glorifica a un dictador asesino.

Naturalmente que la política es uno de los mejores artefactos que hemos encontrado para orientar las decisiones sobre nuestras vidas en la sociedad, que se ejerce entre los diferentes subsistemas, actores y personas, en línea con lo que Maquiavelo identificó como un arte, con elementos racionales, morales, intuitivos y de cálculo. ¿Cómo no va a haber política a la hora de pedir la mejora de las políticas sanitarias públicas, el aumento de recursos o el incremento y la estabilidad de sus profesionales, como pedían cientos de miles de personas en las calles de Madrid? Pero claro, su visión de la política es nítida y se basa en que los madrileños acudan cada cuatro años a votarles para que puedan utilizar los presupuestos públicos caprichosamente con ese amiguismo y favoritismo que vemos a diario.

Sería bueno saber qué piensan tantos compañeros de Díaz Ayuso en el PP, tan cercanos como Carlos Mazón y Luis Barcala, tanto sobre el caos y la descomposición del sistema sanitario promovido por sus compañeros madrileños, como también de esa continuada reivindicación del franquismo y el recorte de libertades. Como compañeros de partido, ¿es este su modelo político para esta comunidad y esta ciudad? Estamos ansiosos por escucharlos y tomar nota.

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