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In memoriam

Un gran maestro en todos los sentidos

Matías Díaz Padrón. | | EL DÍA Alberto García Saleh

Matías Díaz Padrón nació en la isla de El Hierro un 21 de junio de 1935. A los pocos años, se trasladó con su familia a Las Palmas de Gran Canaria, lugar al que siempre se ha sentido muy orgulloso de pertenecer. Allí se fraguó su inquieta personalidad, entre sus estudios en el colegio Viera y Clavijo y sus andanzas con la irreverente y visionaria «Iglesia Cubana» –un grupo de jóvenes de diversa y sólida formación que, desde Las Palmas, y mediante el humor y la travesura ironizaban sobre ciertas ideas preconcebidas–. Esa sensibilidad hacia el arte, que él siempre negaba aludiendo a su espíritu más pragmático, hizo que su madre lo inscribiera varios años en la escuela de escultura de Abraham Cárdenes, donde dio cumplida muestra de su personal y original estilo. La escultura ha perdido lo que ha ganado la Historia del Arte en España.

Formado en los primeros años de comunes en la facultad de letras de la Universidad de La Laguna, pasó a la Universidad Complutense de Madrid, donde terminó su licenciatura y realizó sus cursos de doctorado. Siempre ensalzó la figura de quien fue su gran maestro, Diego Angulo Íñiguez, «don Diego» como siempre él le llamaba, a la hora de encaminarle hacia el estudio de la pintura flamenca en España, hacia Rubens y todos sus seguidores. Se doctoró con honores en 1976, recibiendo el premio extraordinario de doctorado por su tesis: La pintura flamenca del siglo XVII en España.

Académico de la Académie Royale d’Archéologie de Belgique y de la Real Academia de Bellas Artes de San Miguel Arcángel en Canarias. Fue reconocido como Comendador de la Orden de Leopoldo II de Bélgica, la medalla de Oro de Canarias, el premio Canarias, premio Gabarrón y el premio Europa Nostra en investigación por la Comunidad Económica Europea.

Profesor en las Universidades Complutense y Autónoma de Madrid, compaginó su tarea docente con la investigación en el Instituto Diego Velázquez del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Pero, quizá, ha sido mucho más pública su labor como conservador jefe del departamento de pintura flamenca, holandesa y de las escuelas del norte en el Museo del Prado. A él se deben los catálogos razonados de esta escuela del museo, así como importantes exposiciones en las que dejó en evidencia la gran historia común y artística existente entre España y Flandes durante toda la Edad Moderna. Entre ellas, fue comisario de la exposición en conmemoración del IV centenario del nacimiento de Rubens en 1977; la celebrada en Bruselas Splendeurs d’Espagne et les villes belges, 1510-1700; en México y Ferrera sobre Rubens y su siglo, y en el Museo del Prado David Teniers, Jan Brueghel y los gabinetes de pinturas.

Como director y presidente de honor del Instituto Moll, centro de investigación en pintura flamenca, fue quien promovió las publicaciones de Van Dyck en España (2012) y Jordaens en España (2018), así como la creación de una revista, Philostrato, que diera cabida a todos los estudios de corte científico sobre la historia y el arte europeo de Edad Moderna.

Matías Díaz Padrón ha sido mucho más que un referente en la historia del arte en España. Un aspecto que su extensa producción científica y académica no deja traslucir es su entrañable y generosa personalidad. Su gran sentido de la amistad y el compromiso con las personas le hacía disfrutar de sus reuniones y tertulias de amigos y familia, tanto en su querido Ateneo de Madrid como las que organizaba en su casa. En las charlas con las nuevas generaciones de historiadores del arte, a las que tuve oportunidad de asistir, tanto el Museo del Prado como en congresos o en las horas del café dentro del Instituto Moll, siempre tenía una palabra de aliento, apoyo y sugerencia en el arduo y silencioso trabajo del historiador del arte. Como hombre inteligente que era hacía gala de un sutil sentido del humor, que disfrutábamos, allende del aire de despistado con el que muchos le conocían. Matías ha sido un gran Maestro en todos los sentidos de la vida, y su legado hará que sus enseñanzas pervivan y fructifiquen más allá de su óbito. DEP.

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