Si tenemos en cuenta la triada de crisis globales encadenadas desde 2007 (financiera, Covid-19 y guerra entre Rusia y Ucrania), a la que tendremos que añadir en Canarias la derivada de la erupción del volcán de la Palma, han tenido unas consecuencias en materia fiscal, incremento del déficit público, empobrecimiento poblacional y empresarial, a la que tenemos que añadir un endeudamiento nunca visto junto a una caída de la productividad muy preocupante.
No hay capacidad de progreso para ninguna sociedad desarrollada sin una productividad positiva y sostenida.
En España tenemos 750.000 empleados más que hace tres años mientras que el PIB ha caído un 2,3%, por lo cual ahora somos menos productivos vean como lo quieran ver.
Para eso necesitamos que nos dejen trabajar. Que la presión fiscal sea la adecuada y los incentivos pactados se orienten hacia la recuperación de la productividad.
Tenemos que cambiar hacia un discurso sostenible donde el empleo sea la prioridad y no la ayuda sistemática que tanto daño está haciendo al empleo de este país.
No hay manera de crear empleo sin productividad. No hay que darle muchas vueltas, tenemos que trabajar más horas con mejor rendimiento. Empresas y trabajadores.
Aunque no vendría nada mal que la administración pública caminara también hacia la productividad en aquellos servicios donde no hay que apuntalar el estado del bienestar de las personas más necesitadas.
Y digo bien, aumenta el empleo, pero no aumentan las horas trabajadas desde la última reforma laboral, que trata de blindar el empleo fijo de pocas horas en sectores de valor añadido limitado.
Ideologías aparte, mejorar la productividad asegura la sostenibilidad del estado del bienestar y el progreso de todos nosotros.
