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El legado de una legislatura

El legado de una legislatura

Queda un año de legislatura y es el momento de plantearse cuál será el legado de Sánchez como presidente. Puede que el presidente gobierne una legislatura más, a juzgar por el estancamiento del liderazgo de Feijóo, que, una vez pasada la novedad y con una actuación trufada de fallos y errores, tiene por delante un año muy largo perdiendo fuelle hasta las elecciones. Feijóo ya no tiene el brillo del principio y tiene dentro un elemento de desgaste que resta credibilidad al tipo de liderazgo que quería construir. Con Ayuso en plena exaltación electoral, que un día agita el orgullo de ser facha y otro se enfrenta a todo el sistema de sanidad pública, se acabaron los sueños del liderazgo moderado y los pactos de Estado. Ayuso reta continuamente a Sánchez para crecer, pero también reta a Feijóo, minando así su liderazgo en beneficio propio y, paradójicamente, en beneficio de Sánchez. Por su parte Vox tiene sus propios líos internos, con Olona retando la estabilidad de la extrema derecha, desgastando y dividiendo su base electoral.

Mientras la derecha se erosiona, al presidente le queda un año bueno. Un año de cierre interno de filas en su partido, un año de presidencia española de la Unión Europea rodeado de líderes internacionales, un año en el que va a ser proclamado el máximo dirigente de la Internacional Socialista por más de 130 partidos socialdemócratas y laboristas de todo el mundo, un año en el que lucir fondos europeos. Un año para brillar. Pero más allá del brillo de un presidente que triunfa allende fronteras, o de los pronósticos de Tezanos que le auguran la próxima presidencia del universo, es importante analizar cuál es el legado que va a dejar. En este momento, Sánchez lleva más de cuatro años en el cargo y, al final de la legislatura, serán casi cinco años y medio, en el que los españoles harán balance.

Los socialistas hacen balance de sus presidencias anteriores en términos de modernización, de avances sociales y de consolidación de derechos. Así la presidencia de González la definen como la que metió a España en Europa, con la modernización de infraestructuras, y la de la consolidación de la democracia y del estado de bienestar cuando se garantizó el derecho universal a la sanidad pública, la educación pública y las pensiones. Por su parte, la presidencia de Zapatero sería la de los derechos civiles. Comenzó con la retirada de las tropas de Irak y logró terminar con el terrorismo de ETA pero, además, durante el mandato de Zapatero España se puso a la cabeza de la legislación sobre igualdad, en paridad y en protección frente a la violencia de género y amplió derechos con la despenalización del aborto, la ley de matrimonios de personas del mismo sexo y la ley de dependencia. Más allá de los errores, los anteriores presidentes socialistas nos dejaron derechos para la posteridad.

La legislatura de Sánchez ha sido una legislatura golpeada por varias crisis y podemos decir que ha desplegado con éxito un sistema de protección cuyo principal logro ha sido no perder empleos. Nuestro país tiene tendencia a destruir empleo rápidamente cada vez que llega una crisis, pero esta vez el sistema de protección de los ertes y las ayudas sociales han logrado frenar esta caída. No es un logro menor. También esta legislatura se ha logrado recuperar derechos de los trabajadores y corregir injusticias en sectores especialmente golpeados. Es el caso de la ley rider y de la regulación laboral para empleadas de hogar, también de la subida del SMI. Sánchez ha logrado sacar a Franco del Valle de los Caídos y aprobar la ley de memoria. Se ha garantizado la revalorización de las pensiones y, en cuanto a derechos civiles e individuales, hemos conquistado el derecho a la eutanasia. Pero eso no es suficiente.

Las medidas de protección social, encabezadas por el IMV, han logrado poner muchos parches en momentos muy difíciles, pero quedan pobres en lo que se refiere a consolidar derechos universales. Hay que garantizar que quien paga la crisis no es quien más la sufre, sino quien saca beneficios con ella, o incluso a pesar de ella. Tenemos todo tipo de ayudas a la gasolina, a la energía, becas escolares, al transporte, a la subida de los alquileres, a las madres trabajadoras, etc. Todas temporales, todas segmentadas, ninguna consolida derechos para cuando este gobierno ya no esté. Con la excepción del Ingreso Mínimo Vital, que todavía no funciona del todo ni está llegando a quien más lo necesita.

Para dejar un legado, este gobierno no puede gobernar como si fuera a estar siempre, debe gobernar consolidando derechos que no dependan de las circunstancias o la voluntad del ejecutivo cada vez, sino que sean derecho de la ciudadanía para siempre. Como ya se hizo con el matrimonio igualitario, la sanidad o la educación. Derechos para todos y para siempre.

Queda un año de legislatura y, superadas las emergencias iniciales de las crisis que hemos vivido, queda por ver quién la paga y queda tiempo para garantizar los cambios que van a quedar para después. Sin duda la eutanasia es muy importante, pero no es suficiente. Hay que lograr que el IMV se parezca más a una renta básica de ciudadanía que a una carrera de obstáculos para demostrar que se es pobre; es el momento de garantizar derechos universales para todas las familias, como el comedor gratuito en la educación pública, o las ayudas universales a la crianza, que dependan solo del nacimiento y no de la situación laboral de las madres; es el momento de garantizar avances en el derecho a la vivienda, de garantizar un aire limpio. Es el momento de fijar los derechos universales que Sánchez va a dejar en su legado para cuando él no esté –aunque luego se quede–. Está a tiempo.

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