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Jorge Bethencourt

EL RECORTE

Jorge Bethencourt

Qué bien, qué bien, hoy informamos con Isabel

La ministra de Política Territorial y Portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, en una rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, en el Palacio de la Moncloa, a 8 de noviembre de 2022, en Madrid (España). Eduardo Parra - Europa Press

Bueno, bueno. A poco que escarbes en la fértil tierra de la política acaba saliendo un gusano goebbeliano. La ministra portavoza de la Gobierna de España, Isabel Rodríguez, defendió ayer la tesis de que los medios de comunicación privados tengan –supongo que obligatoriamente– un espacio reservado para la «información pública», como el que se destinan al pronóstico meteorológico en los informativos. La finalidad es que la información pueda llegar a la ciudadanía «con un interés no sesgado previamente». O sea, para que los medios no manipulen. «Al suelo, coño», como diría Tejero.

Ni Carl Schmitt lo habría dicho mejor, señora ministra. El «Estado total» solo se puede construir a partir del orden y la jerarquía, lo que supone la imperiosa necesidad de acabar con esos molestos moscones que informan de lo que les da la gana y critican con «interés sesgado». Que ya lo dijo Pablo Iglesias más claro que el agua, «es antidemocrático que en España los grandes medios de comunicación sean de propiedad privada de multimillonarios». Los medios, qué puñetas, tienen que ser propiedad de las masas obreras. Pero como los trabajadores no tienen una pela, porque están deslomados por los impuestos y la inflación, deberían ser propiedad del bondadoso y desinteresado Estado.

Igual retransmitir en directo los Consejos de Ministras, Ministros y Ministres es mala idea. El pueblo no está mentalmente preparado para ver y escuchar la verdad. Ya lo dijo Joaquín Garrigues Walker, que si la gente supiera de lo que se habla en los Consejos de Ministros saldría corriendo hacia el aeropuerto para coger el primer avión. Y eso que los ministros de la transición, comparados con los que se despachan hoy, vendrían a ser como maestros Jedi. Pero si además de tener la televisión pública española, la radio pública, la agencia de noticias pública y doscientos millones en publicidad institucional el Gobierno pudiera obligar a emitir contenidos en los medios privados, este país sería otra cosa. Y tanto que sí.

Lo que cuentan la canalla de los periodistas, según la portavoza, «no tiene nada que ver con lo que se ha aprobado» por el Gobierno, sino «con el tema que esté de actualidad ese día». Las afirmaciones de la señora ministra muestran en todo su esplendor la tendencia de la política hacia la propaganda: la información utilizada para el adoctrinamiento de las masas. Lo que hicieron con tanto éxito Franco, Hitler –cumpliendo la ley de Godwing helo aquí– y Mussolini. Mejor harían siguiendo el ejemplo de Pablo Iglesias, que va más por la línea de Lenin: lo que no existe no hace daño. A los incómodos medios de comunicación, como a las moscas, lo mejor sería fumigarlos.

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