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Análisis

Los retos de la universidad del presente

El último informe de OCDE revela que los titulados con educación superior en España ganan más y consiguen en mayor proporción un empleo que los titulados en la ESO

Los retos de la universidad del presente Cristiana Oliveira

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) acaba de presentar una extensa recopilación de estadísticas e indicadores de los sistemas educativos de los estados miembros de esta organización, 38 países de los más desarrollados del mundo, además de otros países asociados. Utilizando como referencia esta publicación internacional, España ha elaborado el informe Panorama de la Educación 2022.

Este estudio, esta vez centrado en la educación terciaria o superior (Formación Profesional de Grado Superior y estudios universitarios), ha desvelado que casi la mitad de los españoles (48,7%) de entre 25 y 34 años tiene estudios superiores, una cifra por encima de la media europea y que confirma una tendencia alcista en este sentido.

Sin embargo, desde mi punto de vista, uno de los datos más interesantes del informe elaborado por España es el análisis que hace de la relación entre nivel de estudios y trabajo. En este sentido, el estudio indica que las tasas de empleo de los jóvenes aumentan a medida que aumenta su nivel de formación: el 78 % de los jóvenes con estudios terciarios tiene empleo en España, 20 puntos porcentuales por encima de quienes tienen como titulación máxima la ESO. Otro apunte interesante en este sentido es que, a mayor nivel formativo, mayor retribución. La población española con estudios superiores gana un 41 % más que los titulados de segunda etapa de secundaria. Esta ventaja competitiva aumenta todavía más cuanto mayor es el nivel de estudios situando los egresados de máster o doctorado, con una ventaja de un 68 % frente a los que finalizan a segunda etapa de educación secundaria.

De manera generalizada, el salario de las mujeres es inferior al de los hombres para todos los niveles educativos y en todos los países de la OCDE analizados. Sin embargo, España parece aportar datos esperanzadores ya que es el país analizado con menor brecha salarial en para este nivel de educación, situándose las mujeres con una titulación superior en un 81% del salario de los hombres.

Y otro indicador que me gustaría subrayar son los campos de estudio de elección del alumnado que habitualmente centran su elección en base a sus aspiraciones, habilidades personales y de igual forma la percepción social de las profesiones y las oportunidades de mercado. En España, el campo de ciencias empresariales, administración y derecho parece ser el área de elección por los nuevos estudiantes de educación superior con un 19%, seguido del área de salud y bienestar, con el 15%, y de ingeniería, producción industrial y construcción, con el 13%. El campo de la educación atrae al 12% de los nuevos alumnos y el 11% eligen artes y humanidades. Estos datos parecen seguir la tendencia de la media de países de OCDE y de UE22. Un dato interesante a resaltar es el buen resultado de España, sobre el porcentaje de mujeres que acceden estudios de grado, máster y doctorado de STEM ya que gozamos de cifras de 33%, 39% y 41% versus las cifras más discretas de 31%, 36% y 38% de OCDE y UE22, respectivamente.

Desafíos de la Educación Superior

En cualquier caso, estos datos demuestran, una vez más, los desafíos a las que se enfrenta la comunidad universitaria, como agente de progreso y desarrollo social. Vivimos en un mundo dinámico y cambiante, pero también incierto, y es este contexto donde la Educación Superior juega un papel prioritario, no solo formando a los profesionales del futuro, a los líderes comprometidos con valores éticos y sociales, sino, especialmente, para contribuir al enriquecimiento del tejido profesional y empresarial.

Cabe recordar que desde el Espacio Europea de Educación Superior (EEES) se aboga por que las universidades formen a sus estudiantes en competencias genéricas, además de las específicas de sus carreras, que permitan al alumnado un desarrollo integral, favoreciendo la inserción laboral y creando profesionales proactivos y socialmente comprometidos.

En este sentido, nos preguntamos ¿qué podemos o debemos hacer los académicos para contribuir a formar titulados sensibles al bien común, a la diversidad y la inclusión en un mundo diverso, complejo y repleto de cuestiones social y éticamente controvertidas? ¿Cómo debemos enfrentar, desde el ámbito universitario, la formación para que esta tendencia creciente en favor de la Educación Superior no solo se mantenga, sino que se incremente y prepare a los profesionales del futuro?

Debemos recordar que la universidad es un espacio de generación y transmisión de conocimiento, lo que nos impulsa a ir siempre un paso por delante, formando a los estudiantes con capacidad disruptiva e innovadora; con una educación centrada en la ética y, sobre todo, fomentando y apoyando la investigación. En este futuro al que nos enfrentamos, debemos crear espacios abiertos al cambio que ayuden a las sociedades y a los pueblos a mejorar en sus procesos productivos, y sin duda, la investigación es el camino hacia nuevas formas de construir un país.

Ésta no es una tarea fácil, pues se espera de las universidades actuales que preparen a los futuros graduados en puestos de trabajo vigentes y futuros, en los constantes cambios tecnológicos o para resolver problemas que aún no han emergido. Así pues, el papel de las universidades tiene un rol muy importante para ayudar a los futuros graduados en mejorar una serie de competencias genéricas como son en el pensamiento crítico, aprendizaje autónomo, empatía, flexibilidad, adaptabilidad, aprendizaje cooperativo, habilidades de comunicación, habilidades interpersonales o la resolución de problemas.

Tanto la OCDE, la Unesco y la Unión Europea recomiendan que las universidades europeas presten una mayor atención a su entorno de enseñanza-aprendizaje, ya que éste se considera una herramienta eficaz para fomentar el despliegue de una serie de competencias por parte del alumnado, necesarias para responder a las demandas y desafíos del futuro.

En este sentido, en la Universidad Europea contamos con un modelo de aprendizaje que fomenta la generación de vínculos universidad-empresa-organizaciones sociales y comunidades implicadas a través de metodologías activas y colaborativas. Al mismo tiempo, nuestro modelo académico ofrece a nuestros estudiantes una formación flexible y personalizada, que responde a lo que exige el mundo profesional, en un entorno digitalizado, pues las aulas han de estar pensadas para unos estudiantes cada vez más conectados que se siguen formando a lo largo de toda su vida profesional y que ejercen mayor control sobre su futuro.

Y resultado de todo ello son los datos que indican que el 90 % de nuestros estudiantes encuentra empleo en menos de 18 meses tras finalizar sus estudios. De ellos, el 85 % de los egresados empleados trabajan en el sector que corresponde a su área de estudios, y muchos de ellos se inclinan por el emprendimiento.

A pesar de estos buenos resultados que avalan la calidad académica de la Universidad Europea, seguimos mejorando procesos y ampliando nuestro porfolio, con el fin de ofrecer la mejor base educativa para los actuales y futuros profesionales.

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