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Sosiego y calma. Respetemos las esperanzas

No todo consiste en negociar costes externos, prever la inseguridad o variaciones del mercado en oferta o demanda.

A veces tenemos que convivir con la inestabilidad sin esperar a que la administración pública amortigüe la incertidumbre para que no se rompan las infravaloradas cadenas de valor.

No tenga dudas, la incertidumbre rompe tantas cadenas de valor como la quiebra de una empresa.

Ante la fase de permanente reconstrucción que nos reta el mercado, no merecemos, ningún empresario, autónomo o directivo de este país, ser acusado de «ricos» de manera despectiva.

A las duras y las maduras, esta Tierra se construye con consenso, con respeto y con el objetivo de que el resultado provea un beneficio para ambas partes.

Descalificar a una persona que empeña sus recursos y sus propiedades, incluso su futuro por una idea y que se esfuerza cada día para crear riqueza y empleo, dista mucho de la cohesión social que necesita la misma persona que se levanta cada mañana para ganar un sueldo para mantener a su familia.

Negociar exigiendo acatamiento ideológico no es el mejor comienzo de un gran pacto, llames como lo llames, para reconstruir un tejido empresarial dañado por una serie de decisiones discutibles tanto en la gestión como en la omisión de control de las crisis sucesivas que hemos padecido.

Cierto es que los empresarios recibimos subvenciones para salir de la covid por algo más de mil millones de euros, recibidos mayoritariamente por autónomos y pymes.

También es cierto que se articularon ertes y créditos ICO para no destruir empleo por la falta de actividad impuesta ni se destruyeran empresas que imposibilitaran la recuperación.

Tampoco debemos olvidar que Canarias se empobreció en 9.000 millones de euros y España en más de 120.000 millones y los autónomos, pymes y grandes empresas, con sus directivos al frente, han recuperado casi el 100% de los ertes y vamos pagando los créditos ICO aunque nuestras empresas no hayan degustado el maná de la recuperación.

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